lunes, 10 de octubre de 2011

Los Browning. Xiana.

“Ama un solo día
                 y el mundo habrá cambiado.” R.B.




Elizabeth Barret (1806) fue educada en el hogar como la mayoría de las mujeres de su época. A los 14 años Elizabeth ya dominaba la literatura clásica.
En su adolescencia contrajo una extraña enfermedad pulmonar y sufrió una importante lesión en la columna vertebral. Su familia consideró que sus facultades estaban limitadas y desde entonces fue tratada como una inválida. El “encierro” fue casi enfermizo por parte de su padre, y los médicos prohibiendo las visitas por temor a despertar en ella nuevas dolencias. Elizabeth aceptó con resignación su solitaria condición y crece en la biblioteca de su padre, donde se aficiona a la poesía y escribe sus primeros poemas.

En 1844 las visiones de Elizabeth Barret fueron conjuradas en un libro, titulado Poemas. Robert Browning (1812) quedó profundamente conmovido por esos versos, escribiéndole una bellísima carta y empezando así una de las relaciones epistolares más románticas de la historia:



“Adoro sus versos con todo mi corazón, querida miss Barret... así como la amo a usted...”

Una tarde, Robert Browning le comunica su intención de conocerla, a lo que Elizabeth le responde con una rápida carta que el encuentro sería imposible, asegurando que los médicos le tenían prohibido cualquier encuentro social, y más aun si éste era con un desconocido.
Robert Browning no cedió. Le respondió que los médicos no se opondrían a que saliera a pasear con su prometido. No había manera de negarse a esa propuesta.

El amor en ruinas, de Edward Burne-Jones.

Acordaron salir a pasear en coche a escondidas del padre de la joven. Elizabeth hacía años que no salía a la calle, y realmente temía sufrir una indisposición, pero cuando caminaron unos metros en silencio comprobó que el aire fresco no la perjudicaba. Esa misma tarde acordaron escaparse. Se casaron en secreto y a los pocos días huyeron a Italia.
Su padre nunca perdonó la traición. Cada carta que ella le enviaba era quemada. Su orgullo no cedió en ningún momento, ni siquiera cuando la enfermedad de su hija se agravó peligrosamente.                                          

La pareja participó activamente en la vida social de Italia; y ambos apoyaron su lucha contra Austria.
Pasaron en Florencia los quince años de su matrimonio. Elizabeth, radiante y feliz, se sentía muy bien de salud y en 1849, en primavera, dio a luz a un niño.
A comienzos de 1861, las dolencias de Elizabeth se hicieron más fuertes, y muere a mediados de ese mismo año.
¿De qué modo te amo?

¿De qué modo te amo? Deja que cante las formas:
Te amo desde el hondo abismo
hasta la región más alta
que mi alma pueda alcanzar, cuando persigo en vano
las fronteras del Ser y la Gracia.

Te amo en el calmo instante de cada día,
con el sol y la tenue luz de la lámpara.
Te amo en libertad, como se aspira al Bien;
Te amo con pureza, como se alcanza la Gloria.

Te amo con la pasión que antes puse
en mis viejos lamentos, con mi fe de niña.
Te
amo con la ternura que creí perder
cuando mis santos se desvanecieron.

Te amo con cada frágil aliento,
con cada sonrisa y con cada lágrima de mi ser;
y si Dios asílo desea
,
tras la muerte te amaré aun más.
Elizabeth Browning

Tras la muerte de su mujer, Robert Browning y su hijo regresan a Inglaterra. Allí Robert fue ganando reputación y produjo algunas de sus obras más perdurables; publicando numerosos libros y creando un nuevo subgénero lírico: el monólogo dramático.
El monólogo dramático, inspirado en los monólogos del teatro griego, en Shakespeare y en el teatro clásico francés, es una estructura poética en la cual el poeta asume la personalidad de un personaje histórico o de ficción con el cual se identifica y le da voz en primera persona.
Robert Browning publicó un volumen de prosa poética, Christmas-Eve and Easter-Day, y escribió dos volúmenes sobre los que se asentó su reputación durante el siglo XX: Men and Women y Dramatis Personae. En estas colecciones, Browning incluyó muchos de los mejores ejemplos de monólogo dramático que ejercieron una influencia significativa sobre poetas posteriores como T. S. Eliot y Ezra Pound. Entre sus monólogos más conocidos se encuentran Andrea del Sarto y Fra Lippo Lippi.

Bibliografía:
Enciclopedia Salvat. Tomo 3