jueves, 20 de octubre de 2011

Marta Areal en la piel de Dánae. Monólogo dramático.

 La ciudad de Argos estaba gobernada por dos hermanos, que se intercambiaban el trono cada cierto período de tiempo. A pesar de sus constantes discusiones, el pacto había dado resultado desde la muerte de su padre.

Todo esto dio un giro de 180º cuando Acrisio, frustado por la incapacidad de tener un hijo varón con su esposa Eurídice, y temiendo que las insinuaciones de  Preto hacia su joven y bella hija Dánae dieran fruto a un heredero, desterró a su hermano y se quedó con todo el reino.

Inmediatamente después, visitó un oráculo, que le predijo su incapacidad de tener hijos y, además, que moriría a manos de su nieto. A pesar de los esfuerzos de Acrisio, que horrorizado y furioso decidió encerrar a su hija en una torre, el destino ,que nunca pudo ser contrariado en la mitología griega,  se cumplió ; y ocurrió lo que el futuro les tenía preparado.


En el monólogo dramático que yo escribí, Dánae se dirige al dios Hades para que libere su alma de sufrimientos y culpa, cuando ésta ya no pertenezca al mundo de los vivos.


A vos me dirijo, rey divino del inframundo,
Dánae y la lluvia de oro, Durán
pues precisas saber que no fue lo peor caer
en las embaucadoras redes de mi tío Preto;
hermano de mi padre, enemigo también de éste.
Inventaron el uno y el otro el escudo,
pues era muy de menester salvaguardar su vida
desde que ya en el vientre de su honrada madre
la feroz rivalidad los marchitaba aprisa.
Pero mi dios, comprenderás, no fue culpa de ambos;
pues  nadie puede vencer contra la diosa del amor,
símbolo de la suprema belleza de mujer.
Así fue expulsado mi amado de su trono,
desterrado de sus tierras, olvidado por todos.

Dánae, Gutav Klimt
Al otro rey de Argos, querido progenitor,
un temor profundo le inundaba sus entrañas.
Queriendo un descendiente varón le presagiaron
la aborrecida muerte y a mí la condena.
En lo más alto de una dorada atalaya
unas lágrimas frescas eran mi cruel compañía
y mi sola forma de romper la contigüidad.
Así fue como tuvo Zeus, el dios de los dioses,
juez del mundo, que idear otra metamorfosis:
sol líquido. La lluvia de áureo metal
rozó mis dos muslos sin yo apenas percatarme.
Alma despierta, placer inmenso, éxtasis puro,
hizo brotar de mi abdomen una criatura.

Cumpliose así el funesto destino de Moira,
Dánae y su hijo Perseo, Waterhouse
pues, avanzado en edad mi querido Perseo,
falló con su lanzamiento de disco en Larisa
y concluyó con la existencia de su abuelo.


Escuche ,señor, rezos y cantos, oiga mi voz
cuidador de los muertos, más pasivo que malvado,
pues cuando mi espíritu descienda a su mundo
tendrá que dirigir mi alma a la redención.