martes, 2 de abril de 2013

The Raven: E.A. POE



 
 Una vez, en una taciturna medianoche mientras meditaba, débil y cansado
sobre un extraño volumen de sabiduría antigua,
mientras cabeceaba soñoliento,
oí de pronto unos golpes
como el rumor de alguien llamando suavemente a la puerta de mi habitación.
Es alguien que viene a visitarme – murmuré – y llama a la puerta de mi habitación.
Sólo es eso. Nada más.

Recuerdo que era en el negro diciembre,
 y que cada chispazo de los truenos  hacía danzar en el suelo su espectro.
Ardientemente yo deseaba la aurora, y buscaba entre mis libros
una distracción para mi tristeza,
para mi tristeza por mi Leonor perdida,
la extraña y radiante doncella a quien los ángeles llaman Leonor,
para quien aquí, nunca más habrá nombre.
Y el triste crujir de la seda de las cortinas rojas me estremecía,
me llenaba de un espanto jamás sentido,
y a fin de calmar los latidos de mi corazón, me repetía:
"Será un visitante que quiere entrar y llama a la puerta de mi habitación.
Algún visitante que viene a deshora y llama a la puerta de mi habitación.
Sólo es eso, y nada más".

  De repente mi alma cobró fuerza y sin titubear dije: 
"Señor o señora, os pido sinceramente perdón, pero lo cierto es que dormitaba
y habéis llamado tan suavemente, tan débilmente  habéis llamado a la puerta
que no estaba seguro de haberos oído" .  
Abrí entonces la puerta por completo:
Oscuridad y nada más.

 Escudriñé las sombras, permanecí largo rato extrañado y temeroso

dudando, soñando sueños que ningún mortal se habría atrevido a soñar,
pero el silencio no se rompió, ni la quietud dio una señal.
La única palabra dicha susurrando fue: "Leonor",
yo la pronuncié en un susurro, y el eco respondió murmurando "Leonor"


 Volví de nuevo a mi habitación, con toda mi alma abrasándose dentro de mí,
y no tardé en oír de nuevo la  llamada, más fuerte que antes.
Déjame ver lo que sucede y resolver el misterio :

" Es el viento - me dije - el viento  y nada más"

Abrí entonces la ventana, y con enérgico batir de alas,
entró un majestuoso cuervo  de los sagrados días de antaño.
No me hizo ninguna reverencia; no vaciló ni un minuto,
con la actitud de lord o de lady trepó sobre la puerta de mi habitación
y se posó en el dintel, sobre un busto de Palas.
Se posó y nada más.

Entonces aquel pájaro de ébano transformó mis tristes fantasías en una sonrisa 
a causa de la grave y severa  solemnidad de su aspecto.
" Aunque tu cresta sea lisa y pelada - le dije- no serás un cobarde,
antiguo cuervo espectral que llegas del otro lado de la noche:
dime:¿cuál es tu nombre señorial en las orillas plutonianas de la noche?"
Dijo el cuervo: "Nunca Más"

Me asombré al escuchar
a aquel desgarbado pájaro expresarse tan claramente,
aunque su respuesta tuviera poco sentido, porque hay que reconocer 
que ningún humano debió haber gozado nunca  de la oportunidad 
de ver  un pájaro posado sobre la puerta de su habitación,
un pájaro con este nombre Nunca Más.

 Pero el cuervo, posado solitario sobre el plácido busto sólo dijo 
aquellas palabras, como si en ellas derramase toda su alma.
Quedó silencioso. no movió una sola pluma
y entonces yo me dije, apenas murmurando:
" Otros amigos han emprendido ya el vuelo,
en la madrugada él también me abandonará,
como todas mis esperanzas han volado"
Entonces el pájaro dijo : " Nunca más "

(...)
 "Profeta- dije- , ser maligno, pájaro o demonio,
si el tentador te ha enviado, o la tempestad te ha empujado  hacia estas costas,
hacia esta desierta tierra encantada, frecuentada por el horror,
dime, te lo imploro: ¿hay bálsamo en Galaad?,
dimelo, te lo ruego"
Respondió el cuervo: "Nunca más"

(...)
 
"Profeta – dije – ser maligno, pájaro o demonio,
 por ese cielo que se cierne sobre nosotros,
 por ese Dios que ambos adoramos, dile a esta pobre alma mía,
 cargada de angustia,  si en el lejano Edén podrá abrazar
 a una santa doncella a quien los ángeles llaman Leonor,
abrazar a esa radiante joven a quien los ángeles llaman Leonor"
 El cuervo dijo: " Nunca más"
(...)

Y el cuervo todavía está posado,
todavía está posado,
 en el pálido busto de Atenea, encima de la puerta de mi habitación ;
sus ojos son de un demonio que sueña
y la luz de la lámpara que cae sobre él derrama en el suelo su sombra.
Y mi alma, fuera de esa flotante sombra,
no se alzará ya
nunca más.