martes, 15 de diciembre de 2009

NINFAS

LAS NINFAS

Es un miembro de un gran grupo de espíritus femeninos de la naturaleza, a veces unidos a un lugar. Acompañaban a dioses y diosas, y eran con frecuencia el objetivo de sátiros lujuriosos.
Las ninfas que habitaban en las montañas y arboledas se llamaban Driades, las de los manantiales y ríos eran las Náyades y las que vivían en el mar era las Ondinas; se llamaban Nereidas a las que habitaban en el Nereo, mar Mediterráneo.
Los mitos hablan de ellas como jóvenes bellas que suelen enamorar a los mortales con su belleza y gracia, pero que también pueden ser muy peligrosas.

Las Driades están conectadas con los árboles, viven en ellos o cerca de ellos, si un árbol muere, ella muere con él. Si esto es causado por un mortal los Dioses lo castigarás por esa falta cometida. Las mismas Driades también castigarán a cualquier mortal que de alguna manera dañe los árboles.











Las Náyades al estar tan vinculadas al agua, se decía que si sus aguas se secaban, ellas perecían. Se creía que tenían dones curativos y que ayudaban a la fertilidad. Esa es la razón de que cuando un joven alcanzaba la mayoría de edad, dejaba como ofrenda algunos cabellos infantiles a la náyade de su manantial local. Los enfermos solían beber de sus aguas o bien tomar un baño.
Bañarse en sus aguas podía ser peligroso a veces, ellas podían considerarlo un sacrilegio y castigar al ofensor. Lo mismo sucedía en caso de ser vistas, lo que podía causar la locura. Eran muy celosas y caprichosas, como cuenta la leyenda de un pastor que le fue infiel a una náyade y ésta se vengo cegándolo permanentemente. O el caso de Hilas, que fue raptado por náyades que se enamoraron de él.


Las Ondinas frecuentemente se las confunde con las sirenas, las ondinas
pertenecen a la mitología germánico-escandinava, y su equivalente griego son las náyades. Son ninfas que habitan en los mares, mujeres-pez sin cola como las sirenas, pero con el cuerpo cubierto de escamas azuladas o verdosas, de tonos marinos. Sus manos y pies son palmeados para facilitar su desplazamiento bajo las aguas, pero también pueden caminar y respirar fuera del agua.
Sus “travesuras” pueden ir desde un inocente chapuzón en un río, a la creación de corrientes submarinas capaces de hacer naufragar a una embarcación de pescadores.
Se dice que su alegre risa puede hechizar a quien la escucha, y que si una ondina se enamora de un ser humano, se convierte en su fiel protectora para siempre.


Las Nereidas eran las hijas de Nereo, el viejo hombre del mar y de Doris su esposa una oceanide. Cada una representaba las formas en que era visto el mar Mediterráneo, Talía era una nereida color verde esmeralda y Galatea blanca como la leche, aludiendo a la espuma del mar, por otro lado Dinamenea representa el ir y venir de las olas y Cimodaré la mar en calma. Las que más destacaban eran Tetis, madre de Aquiles; Anfitrite la más bella de todas, esposa del dios del mar Poseidón y madre de los tritones y Galatea quien se había enamorado del monstruoso cíclope Polifemo.
Las Nereidas viven en las profundidades del mar junto a sus padres y sólo acceden a la superficie para jugar con las olas, observar a los navegantes y en caso de que se las necesite, prestar ayuda, generalmente marineros en apuros, a los cuales socorren montadas en delfines u otros animales del mar. Por esta razón el pueblo griego les otorgaba ofrendas desde las orillas del Mediterráneo, eran altares en los cuales colocaban leche, aceites y miel. Tienen una voz muy melodiosa, increíble y cuando cantaban bailaban alrededor de su padre.
Se las suele recrear como mitad mujeres y mitad pez, o bien como bellísimas jóvenes de figura humana con largos y sedosos cabellos rubios adornados con los frutos del mar y sentadas sobre animales marinos como los delfines.





La Fida Ninfa, de Antonio Vivaldi.




Carlota Beceiro