martes, 31 de mayo de 2011

anna ajmátova. Réquiem.


Retrato de Anna Ajmátova. 
No, no soy yo, es otra la que sufre.
Yo no podría soportarlo. Que un
velo negro cubra lo ocurrido
y que se lleven las farolas…
Noche.


  Se llamaba Ana Andreievna Gorenko, y era bisnieta de una princesa tártara, de la cual tomó el apellido  Ajmátova, con el que firmó sus poemas. 
 Estudió derecho en Kiev y Filología en San Petesburgo donde se casó con  su primer marido, Nikolái Gumiliov, poeta promotor del acmeísmo. Anna estuvo en París con él ; es famoso el retrato que le hizo el pintor ruso Nathan Altam

  Empezó a escribir cuando moría el simbolismo y en Rusia, como en Europa entera, empezaban las vanguardias. 

Cuando escuches el trueno me recordarás
Y tal vez pienses que amaba la tormenta.
.
El futurismo era la principal vanguardia rusa;  Maiakovski había unido futurismo y revolución, fue el cantor de la revolución rusa de 1917. Pero el acmeísmo  se oponía a las vanguardias y proponía el regreso al clasicismo poético.  En Anna Ajmátova  se unirán simbolismo y realismo.

 Tú y yo llevamos el mismo peso
de una negra y larga despedida.
¿Por qué lloras? Dame tu mano
y promete regresar a mis sueños.
Somos como una montaña frente a otra.
No volveré a encontrarme contigo en este mundo.




  En 1921 fusilaron a su primer marido. Quince años después , durante la dictadura de Stalin, cuando era jefe de la policía soviética Nikolai Yezkov, su único hijo Lev Gumiliov fue detenido
( en realidad sólo por ser hijo de Ajmátova y Gumiliov). 
Anna recorrió tras él las cárceles Leningrado y esperó con angustia la sentencia, temiendo una condena a muerte .
Durante diecisiete meces,  aquella dama alta, elegante y hermosa que de niña veraneaba en  Zárskoie Sieló (La Villa de los zares),  hizo cola todas las mañanas, junto a las mujeres del pueblo,  ante la cárcel  Las Cruces de Leningrado para tener noticias de su hijo y dejarle paquetes de comida y ropa. 
Ella era sospechosa; su primer marido había sido fusilado, su tercer marido (o amante ) murió en un campo de trabajo en 1938.  Quemó  sus archivos y aprendió sus poemas de memoria. Su hijo  Lev fue deportado  por fin a los gulags, y acabó - como tantos presos políticos- condenado a los campos de trabajo de Siberia.
 De esta experiencia nacería uno de los poemarios más representativos del “realismo trágico”: Réquiem. Cuando encarcelan de nuevo a su hijo -en 1945- decidió no marchar al exilio y reconstruir el Requiem, que tanto ella como la resistencia rusa habían memorizado como si fuera un canto épico. Por esos años había empezado a escribir su Poema sin héroe

No , no estaba bajo un cielo extranjero
ni bajo la protección de extrañas alas
Estaba entonces con mi pueblo
Allí donde mi pueblo sufría su desgracia.

 Sus libros se publicaron por primera vez fuera de Rusia. Réquiem lo reconstruyó gracias a su memoria y a la memoria colectiva del pueblo ruso silenciado, que conocía sus poemas. Se publicó impreso  en Munich, en 1963

  Con esta confesión comienza el libro:

"En lugar de prefacio"

En los terribles años de Yezhov pasé diecisiete meses en las colas de las cárceles de Leningrado. En una ocasión alguien de alguna manera me reconoció. Entonces una mujer de labios azules que estaba tras de mí, quien, por supuesto, nunca había oído mi nombre, despertó del aturdimiento en que estábamos y me preguntó al oído (allí todas hablábamos en voz muy baja):
- Y esto ¿puede describirlo?
Yo dije:
-Puedo.
Entonces algo parecido a una sonrisa asomó por lo que antes había sido su rostro.

  Los poemas de Réquiem son fragmentarios; retazos líricos que gritan con una desesperación que fue real y que Anna Ajmátova compartió con muchas mujeres rusas.

Te llevaron al alba,
y fui tras ti como en un entierro.
En el ático oscuro lloraban los niños.
y ante la imagen sagrada se derretía la vela.
En tus labios estaba el frío del icono
y un sudor mortal en tus cejas...¡No lo olvidaré!
Como las viudas de los Streltsy
aullaré bajo las torres del kremlin.


Apaciblemente fluye el Don apacible.
la luna amarilla entra en casa.

Entra con un gorro ladeado,
la luna amarilla ve una sombra.

Esta mujer está enferma.
esta mujer está sola.

Su marido está en la tumba, su hijo en la cárcel.
Rogad por mí.


La sentencia

Y cayó la palabra de piedra
sobre mi pecho todavía vivo
No importa. Estaba preparada.
De alguna manera me las apañaré.
Hoy tengo que hacer muchas cosas.
Hay que matar la memoria.
Hay que petrificar el alma.
Hay que aprender de nuevo a vivir.
Si no...El caluroso susurro del verano
celebra su fiesta en mi ventana.
Hace tiempo que presentía
este día luminoso y la casa vacía.