viernes, 2 de noviembre de 2012

Fragmentos de La Eneida

   Este es el comienzo de la Eneida. Libro I


Eneas huyendo de Troya. Giralomo Genga
Yo que en la tenue flauta campesina toqué de joven, y dejando luego las selvas, obligué a los vecinos campos a que obedeciesen al ávido labriego, ahora canto las terribles armas de Marte y el varón que, huyendo de las riberas de Troya por el rigor del Hado, pisó el primero  Italia y las costas Lavinias. Largo tiempo anduvo errante por tierra y por mar,arrastrado a impulso de los dioses, por el furor de la rencorosa Juno. Mucho padeció en la guerra antes de que lograse edificar la gran ciudad y llevar a sus dioses al Lacio, de donde vienen el linaje latino y los senadores Albanos, y las murallas de la soberbia Roma.
Musa, recuérdame por qué causas, dime qué decreto de su divina voluntad violado tanto dolió a la reina de los dioses que  impulsó a un varón insigne por su piedad  a arrostrar tantas aventuras, a pasar tantos afanes. ¡Tan grande  ira cabe en celestiales pechos!
  
  A continuación tenéis varios fragmentos del Libro IV, especie de mini-tragedia que cuenta los amores de Dido y Eneas.

  Al terminar de escuchar el relato de Eneas, la reina Dido ya se siente fatamente enamorada. Se avergüenza de ello, porque era una viuda fiel a su antiguo amor

Dido recibe a Eneas. Francesco Solimena
En tanto la Reina, presa hacía tiempo de grave cuidado, abriga en sus venas  la herida del amor y se consume en oculto fuego. Continuamente revuelve en su ánimo el alto valor del héroe y lo ilustre de su linaje; clavadas lleva en el pecho su imagen, sus palabras, y no consigue, con tan honda inquietud, dar a sus miembros apacible sueño. (…)Ya la siguiente aurora iluminaba la tierra y había ahuyentado del polo las húmedas sombras, cuando la delirante Dido habló en estos términos a su hermana, que no tiene con ella más que un alma y una voluntad: "Ana, hermana mía, ¿qué desvelos son estos, que me suspenden y aterran? ¿Quién es este nuevo huésped que ha entrado en nuestra morada? ¡Qué gallarda presencia la suya! ¡Cuán valiente, cuán generoso y esforzado! Creo en verdad, y no es vana ilusión, que es del linaje de los dioses.
  
  El piadoso Eneas estaba contentísimo en Cartago y enamoradísimo de la reina. Pero tenía una misión que cumplir, y Mercurio tiene que ir a recordársela. Siempre dispuesto a obedecer el deseo de Júpiter, que le había repetido por activa y por pasiva que debía llegar a Italia, donde sería fundador de un nuevo reino, Eneas decide abandonar a Dido.Se siente  muy triste y apenado, pero prepara sus naves y se dispone a partir " a escondidas".

Dido y Eneas. Mural en Pompeya
Empero la Reina (¿quién podría engañar a una amante?) presintió la trama y supo la primera los movimientos que se preparaban. La misma impía Fama fue quien llevó a la enamorada Dido la nueva de que se estaba armando la escuadra y disponiéndose la partida. Ciega, febril, como bacante enloquecida , recorre la ciudad…Encuentra , en fin, a Eneas y le interpela en estos términos: "¿Esperabas, pérfido, poder ocultarme tan negra maldad y salir furtivamente de mis tierras? Y ¿no te contiene mi amor, ni esta diestra, que te di en otro tiempo, ni la muerte cruel que espera a Dido?” 

Vete, no te detengo, ni quiero refutar tus palabras; ve, ve a buscar la Italia en alas de los vientos; ve a buscar un reino cruzando las olas. Yo espero, si algo pueden los piadosos númenes, confío que entre escollos te atormenten, donde llames a Dido en tu agonía. Ausente yo, te seguiré con negros fuegos, y cuando la fría muerte haya desprendido el alma de mis miembros, sombra terrible, me verás siempre a tu lado. Expiarás tu crimen, traidor; yo lo oiré y la fama de tu suplicio llegará hasta mí en el profundo reino de la sombra." Dicho esto, se interrumpe sin aguardar respuesta, y llena de dolor, se oculta a la luz del día y huye de los ojos de Eneas.
 
Y mientras Eneas duerme plácidamente  en la alta popa del barco que lo llevará a las costas del Lacio, soñando con Mercurio, la desvelada y enloquecida Dido se suicida.

La muerte de Dido. Joshua Reynolds
Entre tanto Dido, trémula y arrebatada por su horrible proyecto, revolviendo los sangrientos ojos y jaspeadas las temblorosas mejillas, cubierta ya de mortal palidez, se precipita al interior de su palacio, sube furiosa a lo alto de la pira y desenvaina la espada de Eneas, prenda no destinada ¡ay! a aquel fatal intento. Allí, contemplando las vestiduras troyanas y el conocido tálamo, después de dar algunos momentos al llanto y sus recuerdos, reclinóse en el lecho y prorrumpió en estos postreros acentos: "¡Oh dulces prendas, mientras lo consentían los hados y un dios, recibid esta alma y libertadme de estos crudos afanes!
  
  Dido y Eneas volverán a verse. Como todo héroe que se precie, Eneas irá al reino de los muertos. Es allí donde su padre vuelve a repetirle su misión divina ( que él acepta con estoicismo: por algo es "el piadoso" Eneas)  y le anticipa su glorioso futuro en Italia. Y es allí donde Eneas ve pasar a la hermosa Dido y llora pidiéndole perdón. repitiendo que la ama, pero ella no lo ve, no le responde...y se aleja como una sombra.



Dejo vídeos. En el primero (hecho por un grupo ¿redentorista?) apenas aparece Dido. Pero merece la pena verlo. El segundo debe ser un vídeo escolar.


http://www.youtube.com/watch?v=J2JVyicpzPY
http://www.youtube.com/watch?v=4CwO23xUsRQ&feature=related
El siguiente vídeo está en portugués, pero se entiende muy bien :
http://www.youtube.com/watch?v=i_RtNTbl_88&feature=related