lunes, 16 de enero de 2012

El Cantar de los Nibelungos

Copio dos fragmentos del Canto I y II. Subrayo las anticipaciones del narrador y apelaciones a los oyentes propias de la épica

I

Muchas cosas maravillosas narran las sagas de tiempos antiguos,
de héroes loables de gran temeridad;
de alegría y de fiestas, de llantos y lamentos;
 de las luchas de héroes valientes ahora escucharéis narrar maravillas.

Creció en Burgundia una niña tan noble,
que en todos los países no podía haber alguna más bella.
Kriemhild se llamaba y se hizo mujer muy hermosa.
Por ella muchos caballeros perdieron su vida y su cuerpo.

Amar a la muy noble no traía vergüenza a nadie;
muchos héroes la pretendieron, nadie la malquería;
bella sobremanera era la muchacha noble.
Los modales cortesanos de la doncella hubieran sido adorno de todas las mujeres.

Tres reyes la cuidaban, nobles y ricos:
 Gunther y Gernot, héroes sin par,
 y Geiselher el joven, un espada escogido;
ella era su hermana, los príncipes tenían que cuidarla.

Ute se llamó su madre, reina de gran riqueza,
y Dankrat su padre, quien legó la herencia
a favor de sus hijos, cuando murió. Antes fue un hombre fuerte
 que en su juventud había ganado muchos honores.

Los señores eran generosos, nacidos de noble estirpe.
Sobremanera temerarios de fuerza, los héroes elegidos.
De los Burgundios tenía el país su nombre;
 crearon grandes maravillas, aún en el país de Atila.

En Worms a la orilla del Rhin vivían los señores poderosos,
a ellos gustosos servían muchos caballeros orgullosos,
con grandes honores durante toda su vida,
hasta que murieron lastimosamente a causa de enemistades entre dos nobles señoras.




II
En aquel tiempo se criaba en los Países Bajos el hijo de un rey noble.
Siegmund se llamaba el padre, su madre Siegelind.
 En una ciudad rica y fortificada, afamada hasta lejanas regiones,
 a la orilla del Rhin, llamada Xanten.

Os diré de este espada, cómo creció con gran belleza.
 Siempre estuvo cuidado de toda vergüenza.
El hombre temerario pronto llegó a ser fuerte y de alta fama:
 ¡Ay, cuán grandes honores ganó en esta tierra!

Siegfried fue llamado el buen espada valiente.
 Probaba sus fuerza con muchos héroes, con valor y ánimo.
Su fuerza lo llevaba a muchos países extranjeros:
 ¡Ay! Cuántos espadas tan hábiles encontró entre los Burgundios.

(...)
Al príncipe raras veces preocupaba dolor alguno de corazón,
 pero oía el rumor de que había una bella muchacha con los burgundios,
tan bella como se podía desear,
 de la cual pronto tuvo muchas alegrías y también muchos pesares.

De su alta belleza se hablaba en todas partes,
y también del alma noble de la doncella.
Al mismo tiempo era conocida por los héroes;
 esto atraía muchos huespedes al país del rey Gunther.

Tantos pretendientes por su amor se vieron,
pero Kriemhild en su mente no daba el sí,
y no quería a uno de ellos para su esposo querido;
para ella era todavía desconocido aquel al que pronto se sometería.

Pero entonces pensaba en el alto amor el hijo de Siegelind.
 A las aspiraciones de todas las otras no hizo caso.
El sí, bien merecía una mujer tan selecta.
 Pronto la noble Kriemhild estará casada con Siegfried, el temerario.