Que nadie de mí se asombre:
amo a quien jamás me verá
Otro amor en mi corazón no hay
salvo el de una dama que jamás he visto
Ninguna alegría me regocija
Ni sé qué bien me vendrá.
En la corte de Leonor, en Aquitania, había un trovador, Jaufre Rudel. Tan delicadas eran sus canciones que las damas y doncellas no se cansaban de escucharlo. Más de una, entemecida, le lanzaba insinuantes miradas, pero, Jaufré Rudel permanecía solitario. Soñaba con un amor ideal.
Tengo una amiga pero no sé quién es, pues jamás a fe mía la vi... y mucho la amo... Ninguna alegría me place tanto como la posesión de este amor lejano.
Hodierna de Trípoli |
Finalmente, ella lo invitó para que la conociera, pero él vio el bello rostro de la dama una sola vez... dice la leyenda:
Él enfermó estando en la nave, y fue llevado a Trípoli, a un albergue y tenido por muerto. Se lo hicieron saber a la Condesa; y ella fue a él, hasta su lecho y lo tomó entre sus brazos. Y él supo que era ella, que era la Condesa y al momento recobró el oído y la respiración, y loaba a Dios que lo había mantenido con vida hasta que la hubo visto. Y así él murió entre sus brazos. Y ella lo hizo sepultar con gran honor en la casa del Temple. Y luego, en aquel mismo día, ella se hizo monja, por el gran dolor que sentía por la muerte de él.
La princesa lejana de Jaufre Rudel.
l´amour de lluny. Primeras estrofas.
Por mayo, cuando los días son largos,en mayo
me agrada el dulce canto de los pájaros de lejos,
y cuando me aparto de allí,
me acuerdo de un amor lejano;
voy de humor apesadumbrado y sombrío,
de tal suerte que ni la poesía ni la flor del blancoespino
me placen tanto como el invierno helado..
Nunca más gozaré de amor
si no gozo de este amor de lejos,
pues no sé de mejor ni más gentil
en ninguna parte, ni cerca de lejos.
Su mérito es tan cierto y puro
que allí, en el reino de los sarracenos,
yo sería por ella llamado cautivo.