sábado, 4 de febrero de 2012

La belle dame sans merci


En 1818,  John Keats escribió "La belle dame sans merci", el titulo se inspira en un poema del siglo XV escrito por el trovador Alain Chartier.

Aunque tengan el mismo título, el tema es distinto , pues en el poema medieval de Chartier no hay elementos fantásticos, sino una trama de desengaño amoroso en el que un poeta se queja ante una dama que no corresponde a su amor. Todo el poema es un dialogo entre el joven caballero enamorado suplicando amor y la dama sin compasión. Un debate típico de  "las cortes de amor": 

"Señor, ¿tan loco pensamiento
no os abandonará jamás?
¿No pensáis de ninguna forma
dar paz a vuestro corazón?
"

El poema de Keats , en cambio, se inicia con el encuentro entre un caballero anónimo y el poeta, quien le interroga por el motivo de su aflicción.
Entonces, el caballero le relata su encuentro con un hada misteriosa; cuenta cómo subió a la hermosa dama a lomos de su caballo y cómo cabalgaron juntos hasta una gruta fabulosa, donde hacen el amor incansablemente. Pero mientras duerme, el caballero tiene una visión  que le advierte que “la dama sin piedad lo ha esclavizado”. Cuando despierta se da cuenta  de que está solo...


La Belle Dame sans Merci
I.

Ah, ¿Qué es lo que te aflige, maltrecha criatura.
Solitario y pálido vagabundo?
El junco se marchita en el lago
Y ningún pájaro canta.

II.
Ah, ¿Qué es lo que te aflige, maltrecha criatura,
Tan demacrado y tan lleno de dolor?
El granero de la ardilla está lleno
Y la cosecha ya ha sido recogida.

III.

Veo un lirio en tu ceja
Con la húmeda agonía de las gotas de febril rocío
Y en tu mejilla una rosa que se desvanece
Tan rápidamente como se marchita

IV.

Conocí a una dama en los prados
Llena de belleza, una niña de las hadas;
Su pelo era largo, su caminar ligero
Y sus ojos salvajes

V.

La senté en mi corcel trotador
Y nada más vi durante el resto del día
A mi lado ella se recostó, y cantó
Una canción de las hadas.

VI.

Hice una guirnalda para su cabeza
Brazaletes también, que la llenaron de fragancias;
Ella me miró y me hizo el amor
Con dulces quejidos.

VII.

Ella me encontró raíces de dulce sabor
Miel salvaje y maná del rocío
Y en un lenguaje ciertamente extraño dijo-
‘Te amo’

VIII.

Ella me llevó a su gruta encantada
Y allí me contempló, y suspiró profundamente,
Y allí cerré sus ojos salvajes
Para besarla hasta caer rendidos.

IX.

Y entre el musgo sucumbimos al sopor
Y allí soñé – Ah! dolor!
El último sueño que jamás tuve
En la pendiente de la fría colina.

X.

Ví pálidos reyes, y princesas también,
Pálidos guerreros, todos con la palidez de la muerte;
Ellos gritaban – ‘¡La bella dama sin piedad
Te ha esclavizado!’
XI.

Vi sus hambrientos labios en la penumbra
Con un horrible bostezo avisador,
Y me desperté, encontrándome aquí
En la pendiente de la fría colina

XII.
Eso es lo que ha hecho que me encuentre aquí
Solitario, pálido y vagabundo,
Aunque el junco se marchite en el lago
Y ningún pájaro cante.
John Keats