lunes, 1 de octubre de 2012

El mito de Prometeo.Maite Guerra Prieto




                 
1. El Mito de Prometeo

Hijo del Titán Jápeto y de una de las hijas de Océano, Asia o Clímene, y primo hermano de Zeus, Prometeo es considerado el creador de los primeros hombres, a los que modeló con barro. El Previsor, según el significado de su nombre en griego, pasa de ser el simple embaucador que era en sus orígenes a convertirse en el salvador y benefactor de la humanidad, a la que socorrió en dos ocasiones desafiando la cólera de Zeus. La primera vez arbitró un conflicto entre los dioses y los hombres para determinar qué parte de los animales inmolados correspondería a cada uno una vez sacrificados. Prometeo descuartizó un buey e hizo dos montones: uno con la carne y las entrañas cubiertas con la ensangrentada piel, y otro con los huesos, atractivamente envueltos con la blanca grasa. Zeus, seducido por el montón grasiento, dejó la mejor parte a los mortales, gesto que sería el origen de las prácticas rituales de la religión griega, donde sólo se les ofrecía a los dioses los huesos y la grasa de los animales sacrificados. Pero el señor de los dioses, furioso por haber sido engañado, decidió castigar a los mortales privándoles del fuego vital. Fue entonces cuando Prometeo corrió por segunda vez en ayuda de la humanidad y decidió robar el fuego de la fragua de Hefesto para traerlo a la tierra, escondiéndolo en el tallo de una planta. De paso transmitió a los hombres el secreto de muchas técnicas divinas, entre ellas la metalurgia. Esta vez la venganza de Zeus fue terrible. Envió a los hombres una criatura funesta creada para traerles desgracia, Pandora, e impuso a Prometeo un suplicio muy especial: el ladrón fue encadenado por Hefesto a un monte del Cáucaso donde cada día aparecía el águila de Zeus para devorarle el hígado. Liberado por Heracles, que mató al águila, Prometeo aceptó convertirse en inmortal en lugar del centauro Quirón. Zeus autorizó de buen grado su liberación e inmortalidad, agradecido porque Prometeo le había puesto en guardia contra la unión que el señor de los dioses proyectaba con Tetis, desvelándole que el hijo que esta traería destronaría a su padre. Gracias a sus dotes de adivino, Prometeo indicó a Heracles cómo podía hacerse con las manzanas de oro de las Hespérides. Por último, enseñó a su hijo Deucalión el medio para salvarse del terrible diluvio con el que Zeus planeaba destruir a la raza humana y cómo hacer a esta renacer y repoblar la tierra.

2. Obras de la literatura antigua (griega y latina)

El mito de Prometeo, benefactor de la humanidad, perseguido por la venganza divina e iniciador de la primera civilización humana, gozó desde la Antigüedad de una extraordinaria fortuna tanto literaria como filosófica. Ningún mito ha encarnado mejor el destino del hombre en sus luchas y esperanzas, un destino que divide a la raza humana entre los que tienen fe en la acción del hombre, los “prometeicos”, y los que, en palabras de Claudel, están “con todos los Zeus y contra todos los Prometeos”.
De la trilogía que Esquilo (525- 456 a. C.) consagró a este mito, titulada la Prometeida, tan solo nos ha llegado la última pieza, Prometeo encadenado, y algunos breves fragmentos de la segunda, La liberación de Prometeo. En ellas vemos al héroe bienhechor alzarse valientemente contra un tirano malvado, celoso e ingrato, que ha perdido todo el prestigio que rodeaba al gran Zeus de las tragedias anteriores del poeta. Esquilo nos traslada a un ambiente de titánica mitología en el que los personajes son semidioses cargados de significación simbólica. Contemplamos el castigo que inflige Zeus a Prometeo en un desértico peñasco del Cáucaso por haber revelado a los hombres el secreto del fuego y, con ello, el conocimiento de las artes.
Prometeo al dar el fuego a los hombres les ha entregado la cultura. Aunque en el Prometeo encadenado el conflicto se desarrolla entre seres del trasmundo, sin la presencia de hombres mortales, la humanidad constituye el tema y da la sensación de encontrarse presente en los sufrimientos de quien tanto hizo por ella.

Platón, por su parte, sigue en el Protágoras (s. V a. C.) la vertiente popular del mito que Esopo había expuesto en sus Fábulas (s. VI a. C.), que presenta a Prometeo como el creador de todos los seres vivos. Platón nos ofrece una versión sofística de los orígenes de la cultura, y en ella aparece Prometeo contemplado positivamente como quien ha aportado la sabiduría técnica a los hombres. Prometeo es castigado por su delito del robo del fuego, pero los hombres no sufren por ello. Zeus se muestra como un dios benevolente y justo que ofrece a los hombres las cualidades que permiten su vida en común, el sentido de la moral y la justicia (aidón y dike), bases para la téchne politiké.

Después de los múltiples escritores latinos que se inspiraron en el mito, como Lucrecio, Cicerón, Ovidio y Horacio, entre otros, los primeros escritores cristianos, como San Agustín (354-430) o Tertuliano (155-220), llegarán a adoptar la figura de Prometeo, rebelado contra los dioses y crucificado por ello, como una prefiguración del Cristo redentor.

3.Otras obras de la literatura universal

Encontramos al personaje de Prometeo en la Genealogía deorum gentilium de Boccaccio (s.XIV), donde encarna al sabio, al erudito que trae el progreso a los hombres. Su encadenamiento en el Cáucaso simboliza los sufrimientos del espíritu ligados a la investigación. Se trata de una de las más completas recopilaciones de leyendas de la mitología griega, a las que el autor procura dar una interpretación alegórico-filosófica. Análogamente, en La estatua de Prometeo (1669), Calderón de la Barca convierte la figura mítica en un ser cultivado e inteligente que, con el fuego, aporta a los hombres la luz, representación simbólica de la ciencia.

A partir del s. XVII la lectura del mito adquiere tintes cada vez más pesimistas y los escritores a menudo condenan a Prometeo como responsable efectivo de los males de la humanidad. Así Rousseau, en el Discurso sobre las ciencias y las artes (1750), afirma que Prometeo, al inventar las ciencias, arrebató al hombre su bondad original, pervirtiendo su naturaleza inocente. Voltaire, sin embargo, presenta en Pandora (1740) a un Prometeo alzado contra un Júpiter cruel, prefigurando las primeras lecturas románticas.

Muchas obras románticas rinden homenaje a la figura de Prometeo bien como artista o genio incomprendido, como en el Prometeo (1816) de Byron, o bien como un ser dañino y culpable, como en Frankenstein (1818) de Mary Shelley. En el Viaje a Oriente (1851) de Nerval, la historia de Adoniram, el genial escultor rebelado contra Dios y descendiente de la estirpe de Caín, es una reescritura del mito de Prometeo. El drama lírico de P.B.Shelley Prometeo liberado (1818) postula que las propias debilidades de la humanidad son el origen del mal, encarnado en Júpiter; pero el hombre es capaz, sin ayuda de los dioses, de encontrar el camino del Bien.

En su Prometeo mal encadenado (1899), Gide propone una lectura más psicológica mostrando que el águila que atormenta al héroe es en realidad su propia conciencia, que le impide vivir al mantenerlo prisionero de las prohibiciones y del miedo al pecado. Heinrich Müller en su Prometeo (1969) propone una lectura política del mito, subrayando el conflicto entre el progreso revolucionario y el poder establecido. En general, la referencia a Prometeo en el siglo XX, representa toda una tentativa de oposición al orden establecido, a los valores tradicionales, y todo esfuerzo por superar los límites de la naturaleza humana.

4. Cuadros sobre el Mito

Diversos episodios del mito fueron ilustrados plásticamente:

• Su actuación en favor de los hombres (Rubens, Prometeo llevando el fuego, siglo XVII, Madrid).




• Su encadenamiento (Gustave Moureau, Prometeo, 1868, París).



• Su liberación ( Max Klinger, El rapto de Prometeo, s. XIX-XX).





5. BIBLIOGRAFÍA



- Martín de Riquer y Valverde, J. M. (1984). Historia de la Literatura Universal. La Literatura antigua en griego y latín. Barcelona: Editorial Planeta.

- René Martín (1996). Diccionario de Mitología Clásica. Madrid: Editorial Espasa Calpe.