jueves, 22 de octubre de 2009

Odisea. El estilo homérico en colores.

Penélope y sus pretendientes. Waterhouse


****Enumero las principales características del estilo épico  ( puedes completarlas repasando la Ilíáda). Ejemplifícalas en los siguientes textos, escogiendo un color para cada una.

1.- Descripciones tipificadas y minuciosas. No ya "escenas típicas" del ambiente bélico (como ocurría en la Ilíada), sino de escenas domésticas y palaciegas . Se describen también los exóticos escenarios de muchas aventuras , bellos paisajes de bosques, mares y seres fantásticos o fabulosos con los que se encuentra Ulises.

2.Diálogos en estilo directo estilo directo, compuestos por extensos parlamentos; los personajes emplean el mismo estilo grandilocuente del narrador.

3.- Homero escribe en una lengua arcaica y artificial, exclusivamente literaria, producto de una larga mezcla dialectal recogida durante siglos en la transmisión de la épica oral. Lenguaje culto, formulario y grandilocuente, alejado del registro coloquial.

4. Estructuras paralelísticas y frecuentes bimembraciones.

5.- Rica adjetivación.Muchos adjetivos van antepuestos.

6.- Lenguaje formulario; perífrasis, pleonasmos y epítetos épicos.

7.-Extensos símiles que sirven de ejemplos alegóricos.

Texto 1. Fragmento del Canto I:

Así hablando partió la de los ojos brillantes, Atenea, y se remontó como un ave, e infundió audacia en el pecho de Telémaco y valentía. Pero después de reflexionar en su mente quedó estupefacto, pues pensó que era un dios. Y como mortal, pero igual a un dios, marchó enseguida junto a los pretendientes.

Ante ellos , que escuchaban sentados en silencio,estaba cantando el ilustre aedo.Cantaba el aciago regreso que Palas Atenea infligió a los aqueos de vuelta deTroya. Desde el piso de arriba, la hija de Icario, la prudente Penélope, acogió en su pecho el inspirado canto y descendió por la elevada escalera de su palacio; mas no sola, la acompañaban dos siervas. Cuando hubo llegado adonde los pretendientes, la divina entre las mujeres se detuvo y se apoyó en la columna central del techo labrado , llevando ante sus mejillas un grueso velo. A cada lado se puso una fiel sirvienta. Luego con llanto en los ojos habló así al divino aedo:
- Femio, sabes otros muchos cantos, que hechizan a los mortales, hazañas de hombres y dioses que los aedos hacen famosas. Cántales uno de ésos sentado a su lado y que ellos beban su vino en silencio; mas deja ya ese canto tan triste que me está dañando el corazón dentro del pecho, puesto que a mí sobre todo me ha alcanzado un dolor inolvidable, pues añoro continuamente el rostro de un hombre cuya fama es conocida en la Hélade y hasta el centro de Argos.


Texto 2. Ulises cuenta en la corte de Alcínoo cómo cegó al cíclope Polifemo. Canto IX

Hacia atrás se cayó, la cerviz inclinó y se durmió.
De su boca salían, mezclados con vino, pedazos
de carne humana y eructaba igual que un borracho.
Yo entonces metí en el rescoldo abundante la estaca
para que se calentara, y a voces, hablé a mis hombres
para que se animaran y ninguno escapara, por miedo.
Cuando el palo de olivo, a pesar de ser verde, empezaba
a encenderse, y lanzaba un fulgor intensísimo en torno,
lo saqué de las llamas, corrí presuroso y me rodearon
mis amigos, y un dios nos dio a todos la audacia precisa.
Levantaron el palo e hincaron la punta en el ojo
y yo, echándome encima, empecé por arriba a girarlo.
Igual que una barrena perfora la tabla de un buque,
así dentro del ojo la estaca girábamos
y brotaba, caliente la sangre. Al arder la pupila,
el vapor ardoroso quemó las pestañas y cejas
y al calor crepitaron también las raíces del ojo.
Así como el herrero una gruesa macheta o un hacha
en el agua muy fría sumerge y chirría con ruido,
así el ojo chirriaba en torno a la estaca de olivo. 
Él aulló con horrendo gemido y la peña, a su voz, retumbaba
y asustados huimos. Entonces él mismo se extrajo
la estaca, toda sucia de sangre del ojo; y con furia tremenda
arrojóla muy lejos de sí. Con sus gritos terribles llamaba a los Cíclopes 
que habitaban las grutas cercanas en cumbres ventosas.

Texto 3.Fragmento del penúltimo canto.

Entonces proyectó otra decisión Atenea, la diosa de ojos brillantes: cuando creyó que Odiseo ya había gozado del lecho de su esposa y del sueño, al punto hizo salir de Océano a la del trono de oro, a la que nace por la mañana, para que llevara la luz a los hombres. Entonces se levantó Odiseo del blando lecho y dirigió la palabra a su esposa:

- Mujer, ya estamos saturados ambos de pruebas innumerables; tú, llorando aquí mi regreso y yo...A mí Zeus y los demás dioses me tenían encadenado sufriendo lejos de aquí, de mi tierra patria, pero ahora que los dos hemos llegado al deseable lecho, tú has de cuidarme las riquezas que poseo en el palacio, que en cuanto a las ovejas que los altivos pretendientes me degollaron, muchas se las robaré yo mismo y otras me las darán los aqueos hasta que llenen mis establos. Mas ahora parto hacia la finca de mi padre que está apenado. A ti, mujer, te encomiendo esto, ya que eres prudente: al levantarse el sol correrá la noticia de la matanza de los pretendientes en el palacio; sube al piso de arriba con las siervas y permanece allí, y no mires a nadie ni preguntes.