“Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín en el que todos los corazones se abrían, en el que todos los vinos se escanciaban. Una tarde, me senté a la Belleza en las rodillas. – Y la encontré amarga. – Y la cubrí de insultos."
Paul Verlaine, de veintisiete años, tenía una vida prácticamente normal, estaba casado y esperando un hijo, cuando conoció a Arthur Rimbaud en 1871. Rimbaud le había mandado uno de sus poemas - El barco ebrio - y Verlaine lo invitó a ir a París y a vivir en su casa. A los dieciséis años, Rimbaud era un apuesto joven que sufría fuertes trastornos mentales, quizá fruto de la difícil infancia vivida marcada por los continuos maltratos de su padre y la presunta violación de un batallón de soldados.
La relación de Verlaine y Rimbaud implicó que la vida del primero se desbordase por completo y se llenase de locura, hasta el punto de que intentó asesinar a su madre, a su mujer, a su hijo e incluso a su querido Arthur.
Estas experiencias implicaron en sus producciones poéticas que se inclinasen hacia lo degradante, lo sexual y la locura.
La conexión que había entre los dos poetas se basaba en el sexo, las drogas, el alcohol, que los hacía trasladarse a un mundo de enajenaciones y alucinaciones por estos "paraísos artificiales".
Continuamente se separaban, debido a los incesantes maltratos a los que se sumían el uno al otro, para inevitablemente volver a juntarse. Uno de estos encuentros terminó en un violento enfrentamiento en el cual Verlaine disparó tres tiros a su amado, hiriéndole en la mano. Horrorizado Rimbaud lo acusó a la policía,causándole dos años de trabajos forzados.
Solo se volvieron a ver en una ocasión más en la cual Rimbaud le propinó una paliza a Verlaine que lo dejó inconsciente.
Sus vidas terminaron por separado, sumidos en la soledad: Verlaine acabó como desheredado social, su muerte fue una consecuencia de los excesos de su vida; Rimbaud se lanzó a la aventura tratando de curar su locura y regresó muy afectado por un cáncer de huesos. Verlaine no acudió a su entierro.
En su decadencia final, sin embargo, algo tuvieron ambos en común: preguntados por la literatura, los dos contestaron: "A la mierda la poesía, a la mierda la gloria".
Esta historia fue llevada al cine por Agnieszka Holland en 1995, con Leonardo DiCaprio interpretando a Arthur Rimbaud y David Thewlis como Paul Verlaine.
NOA, ALEXANDRA Y CARMEN