Ayax transporta el cadáver de Patroclo |
Cuando Patroclo murió a manos de Héctor, los troyanos intentaron hacerse con su cuerpo y alimentar con él a los perros, pero Áyax luchó y logró proteger el cadáver, devolviéndolo al campamento griego y a su amigo Aquiles. Aquí termina la aparición de Áyax en la Ilíada, pero aun así su repercusión en los mitos helénicos siguió siendo grande.
Continuando cronológicamente la historia de Áyax, en otros relatos se cuenta que fue uno de los guerreros que entraron en la ciudad en el interior del Caballo de Troya, dentro de la ciudad mientras el hijo de Aquiles mataba a Príamo él se dedico a ultrajar a Casandra, que estaba refugiada en el altar de Atenea, lo que decidiría su destino. Un arrebato de locura relacionado con Atenea le lleva a cometer un delito que acabara pagando delante de esta diosa con su sangre en otro arrebato de locura.
Algo más tarde en la historia, cuando Aquiles muere tras ser alcanzado por una flecha de Paris, Áyax y Odiseo pelean por recuperar el cuerpo del héroe griego dentro de la ciudad de Troya y enterrarlo junto al de su amigo Patroclo. Tras el funeral ambos héroes griegos reclaman la armadura de Aquiles como recompensa por sus esfuerzos. Al final Ulises se llevó la armadura y Áyax enfurece y enloquece por culpa de esto.
Ayax el Grande y el escudo de Heracles |
En consecuencia, jura matar a los jefes griegos que lo habían deshonrado. Enloquecido de furia y en su delirio confunde un rebaño de ovejas con los líderes aqueos, Odiseo y Agamenón, matando a todos los animales. Atenea misma había intervenido creando la confusión y delirio del héroe posiblemente porque este no buscaba nunca protección divina en el combate o por la violación de Casandra en su templo. Cuando Áyax despierta de su locura, ve que ha deshonrado su espada de guerrero con sangre de animales domésticos y decide quitarse la vida antes que vivir en la vergüenza y el oprobio. Para ello utiliza la espada de Héctor, que éste le había entregado como una ofrenda de honor tras su primer duelo. Áyax enterró la espada verticalmente y con la hoja sobresaliendo del suelo, y exigiendo venganza contra el ejército griego por la afrenta se dejo caer sobre ella.
El suicidio de Ayax |
Los jefes aqueos entonces discutieron qué hacer con el cadáver del héroe, su hermanastro, Teucro deseaba sepultarlo, a pesar de que Menelao y Agamenón lo habían prohibido. Ulises, a pesar de que había sido su rival, los persuade para que se entierre a Áyax con honores, diciendo que hasta los enemigos merecen ser enterrados si en vida fueron nobles.
Áyax El Grande y el escudo de Heracles
Áyax rescatando el cuerpo de Patroclo
El suicidio de Áyax