Orestes es un personaje que aparece en las obras de varios autores: está representado en la Orestíada de Esquilo, en la de Estesícoro; también se habla de él en la obra Electra de Sófocles, y en una tragedia de Eurípides.
En la mitología griega, es hijo de Agamenón, rey de Micenas, y de Clitemnestra.
Primera parte
Orestes era aún un niño cuando su madre y su amante, asesinaron a Agamenón. La hermana mayor de Orestes, Electra, temiendo por la vida del niño, lo envió al cuidado de su tío Estrofio, rey de Fócide. Allí creció junto con el hijo de Estrofio, Pílades, que llegó a ser su compañero de toda la vida.
Un fragmento de Orestes diciendo que vio el asesinato de su padre por su madre y su amante, y que él mismo los matará después aunque lo persigan:
¡El puñal, el puñal, hermana mía!
Repudio la bebida que envenena;
no merece una muerte tan serena
quien supo asesinar a sangre fría.
El adulterio no merecería
castigo tan cruel; sólo enajena;
pero en mi mente sin cesar resuena
el grito de mi padre cada día.
Madre y amante en pacto tenebroso
para arrancar la vida del esposo,
por el puñal del hijo han de morir.
Y si las Furias han de perseguirme,
de lugar en lugar habré de irme,
pero nunca de mí tendré que huir.
En la segunda parte de la trilogía de Esquilo, los Coéforos, se narra el regreso de Orestes a Argos para vengar a su padre. Cuando llegó a la edad viril, Orestes se dirigió al Oráculo de Delfos para consultar al dios Apolo qué debía hacer. Apolo le dijo que volviese a su ciudad natal, que fuese a honrar la tumba de su padre y que luego castigara él mismo a los culpables -su madre Clitemnestra y Egisto-. Y así fue, siete años después Orestes vuelve a Argos para vengar la muerte de Agamenón, y se encuentra a su hermana Electra. Junto a ella, elabora un plan para asesinar a su madre y al amante de ésta. Orestes se presenta en palacio y dijo a Clitemnestra que venía a comunicar la muerte de su hijo, ya que ésta no le reconocía, en una carrera de carros y que traían una urna con las cenizas del supuesto difunto. Entonces la reina mandó que viniese Egisto y que él mismo diera respuesta sobre si le iba a dar sepultura o no. Como ya no tenía que temer nada, Egisto se presentó desarmado y fue entonces cuando Orestes le clavó una espada y acto seguido hizo lo mismo con su madre.
En la tercera parte de la trilogía, Euménides, Esquilo relata cómo las erinias persiguen a Orestes para que cumplan condena, pero éste se refugia en el templo de Apolo. El dios aconseja nuevamente a Orestes y le dice que marche a Atenas para ser juzgado. Al llegar allí los jueces determinan que tan malo son los crímenes que había procesado Orestes, como los que había realizado Clitemnestra y lo absuelven. Después de veredicto Atenea decide convertir a las erinias, que eran malas al principio, en seres buenos y pasan a llamarse las Euménides. En suma, la figura de Orestes encarna a una persona llena de culpa, por matar a su madre y a su amante Egisto, y al que los dioses le perdonan su pecado.
En las obras de Esquilo, Orestes actúa no a incitación de Electra, sino de Apolo. Se justifica el crimen, por lo tanto, como obediencia a una orden superior, proveniente de la indiscutible sabiduría de Apolo, el dios de la luz y la verdad.
Aquí podemos ver por curiosidad un trozo de una tragedia de Esquilo: Agamenón
http://es.wikipedia.org/wiki/Orestes
http://www.poesiadelmomento.com/luminarias/mitos/37.html
http://mythosyleyendas.wordpress.com/2009/12/24/orestes/
http://www.librosenred.com/libros/laorestiada.html
AINARA ROMERO