MONASTERIO
Un monasterio es un lugar donde habitan uno, o varios monjes que pueden llegar a formar una congregación religiosa. Los monasterios cristianos son también llamados abadías, (si son regidas por un abad) o prioratos, (si son regidos por un prior). La vida comunitaria de los monjes dentro de un monasterio se denomina cenobitismo, en contraposición con la vida errática de un ermitaño. La palabra "monasterio", procede del griego monasterion, de la raíz monos ("uno solo") y también se utiliza para referirse a comunidades de monjes y clérigos de otras religiones.
Arquitectura de los monasterios cristianos
Los monasterios cristianos tenían forma de placa solar con dos rectángulos grandes centrales y al extremo un patio grande ovalado. La iglesia es el edificio principal, y el lugar de oración de estos religiosos. En torno a ella, se iban alzando las dependencias necesarias para la vida de los monjes cristianos. La iglesia estaba muy bien comunicada con las celdas de los monjes a través del claustro mediante una (o dos) puerta de acceso.
Quizás, el claustro era el segundo elemento más importante del monasterio. En este espacio, estaban distribuidas las estancias de mayor uso para la vida de los monjes. El claustro es de planta cuadrada y en el centro suele haber un pozo. En lo que resta de espacio, solía haber un pequeño jardín con cuatro caminos. Como es cuadrado, el claustro posee 4 alas; cada una de las cuales tiene a su vez un corredor cubierto o galería limitada por arcadas.
En el ala este, muy próxima a la iglesia, se halla casi siempre una pequeña estancia que servía como estudio o biblioteca, independientemente de la gran biblioteca que tenían los monasterios importantes. Este sitio se llamaba armariolum o armarium y en él se depositaban tanto los libros litúrgicos para los actos religiosos de cada día, como los libros de lectura de los monjes. Cuando los monasterios acumularon una buena cantidad de libros y manuscritos, tuvieron necesidad de construir una biblioteca, quedando el armarium como un hueco obsoleto; aunque en algunas ocasiones se utilizó para poner un altar de devoción.
Fragmento de El Nombre de la Rosa:
(ABAD)"...La biblioteca se construyó según un plano que ha permanecido oculto durante siglos, y que ninguno de los monjes está llamado a conocer. Sólo posee ese secreto el bibliotecario, que lo ha recibido del bibliotecario anterior, y que, a su vez, lo transmitirá a su ayudante, con suficiente antelación como para que la muerte no lo sorprenda y la comunidad no se vea privada de ese saber. Y los labios de ambos están sellados por el juramento de no divulgarlo.Sólo el bibliotecario, además de saber, está autorizado a moverse por el laberinto de los libros, sólo él sabe dónde encontrarlos y dónde guardarlos, sólo él es responsable de su conservación. Los otros monjes trabajan en el scriptorium y pueden conocer la lista de los volúmenes que contiene la biblioteca. Pero una lista de títulos no suele decir demasiado: sólo el bibliotecario sabe, por la colocación del volumen, por su grado de inaccesibilidad, qué tipo de secretos, de verdades o de mentiras encierra cada libro. Sólo él decide cómo, cuándo, y si conviene, suministrarlo al monje que lo solicita, a veces no sin antes haber consultado conmigo. Porque no todas las verdades son para todos los oídos, ni todas las mentiras pueden ser reconocidas como tales por cualquier alma piadosa, y ,por último, los monjes están en el scriptorium para realizar una tarea determinada, que requiere la lectura de ciertos libros y no de otros, y no para satisfacer la necia curiosidad que puedan sentir, ya sea por flaqueza de sus mentes, por soberbia o por sugestión diabólica..."
A continuación se hallaba la sala capitular, pieza que se consideraba de gran importancia y que generalmente se construía con rica ornamentación arquitectónica. Era el lugar de reunión de la comunidad, donde se leían los capítulos de la regla de la orden y donde el abad organizaba las distintas tareas a seguir por los monjes. En esta sala era donde se exponían posibles faltas de alguno de ellos para que el superior le reprendiese. Se decía llamar a capítulo.
En el ala sur solía estar el calefactorio, lugar caldeado donde podían ir los monjes de vez en cuando para descansar y entrar en calor. A su lado, el refectorio, que era el comedor y, colindante con él, la cocina.
El ala oeste se solía llamar de “legos” o de conversos y tenía el callejón también de legos y la cilla con la bodega. Las celdas de los monjes o el gran dormitorio común (depende de la época y de las distintas órdenes) estaban en el piso superior.
A esta estructura fundamental se añadía la parte del scriptorium, el huerto, la enfermería, el locutorio y a veces, establos, lagares, molinos, talleres, etc. Cabe decir asimismo, que el cementerio se encontraba siempre en el terreno monacal.
Órdenes religiosas de Occidente y Reglas monásticas
La vida monástica para los cristianos empezó poco tiempo después de la muerte de Jesús. Los primeros cristianos compartían sus posesiones y llevaban una vida de entrega a Dios. Inicialmente vivieron solos, pero poco tiempo después decidieron unirse y habitar en cuevas o chozas construidas por ellos mismos, sencillas pero suficientes como para hacer su vida de oración en comunidad.
En el siglo VI san Benito creó una comunidad, los benedictinos, y estableció reglas de convivencia que luego sirvieron de base para otras congregaciones. Los seguidores de san Benito hacían tres promesas: abandonar todas sus posesiones personales (voto de pobreza), no mantener relaciones sexuales (voto de castidad), y seguir las reglas de la vida monástica obedeciendo al abad (voto de obediencia).
En la Edad Media, muchos de los monasterios también servían como granjas, casa de huéspedes, centros de aprendizaje y hasta como hospitales, siempre bajo las reglas benedictinas.
Más tarde, aparecieron otras órdenes monásticas que establecieron reglas aún más rígidas como los cartujos o los cistercienses. Construían sus monasterios bien alejados de las ciudades y allí cultivaban la tierra y criaban su propio ganado.
Más tarde, aparecieron otras órdenes monásticas que establecieron reglas aún más rígidas como los cartujos o los cistercienses. Construían sus monasterios bien alejados de las ciudades y allí cultivaban la tierra y criaban su propio ganado.
En la segunda década de siglo XIII se crearon dos nuevas órdenes religiosas: los franciscanos (1210), que se guiaban por las enseñanzas de san Francisco de Asís; y los dominicos (1216) seguidores de santo Domingo. Los franciscanos profesaban la pobreza y la ayuda a los semejantes, mientras que los dominicos combatían a los herejes. Ambos eran conocidos como "frailes".
Tras la Reforma Protestante, muchos monjes abandonaron los monasterios para seguir la doctrina de Lutero. Luego, durante las guerras de religión, muchos monasterios fueron saqueados y destruidos. Años más tarde se crearon nuevas órdenes como la de los jesuitas, las cuales cambiaron los monasterios por misiones.
Como curiosidad decir que en Inglaterra se construyó en 1131, la abadía cisterciense de Rievaulx, en Yorkshire, en la cual los monjes tenían prohibido hablar.
Las reglas eran las ordenanzas escritas que los monjes de las distintas órdenes monacales debían seguir. Estaban compuestas por capítulos que solían leerse en la sala capitular de los monasterios. En ellos se iba dictando una serie de normas a seguir, tanto de carácter espiritual como práctico y sobre la vida de los monjes (vestuario, comida, horas de sueño, trabajo, etc.). Estas reglas se iniciaron cuando las comunidades religiosas crecieron en número de monjes y hubo necesidad de una cierta organización. Como ya sabemos, estas comunidades adoptaron una regla de convivencia y un nombre; además de estar dirigidas por grandes figuras de la Iglesia Católica como San Agustín, San Benito, el monje Roberto, San Bernardo, San Bruno, San Basilio, y otros más. La aspiración común que tenían estas gentes de fe, era la de llevar una vida apostólica semejante a la de los discípulos de Jesús, bien siguiendo un modelo activo (o mendicante) o bien un modelo contemplativo. Muchas de estas reglas se conservan y gracias a ellas se conoce hoy en día la arquitectura y disposición de algunos monasterios ya desaparecidos.
Reglas más famosas
Regla de San Agustín
Regla de San Benito
Regla de monjes cartujos
Regla de San Francisco
EL NOMBRE DE LA ROSA. NOVELA AMBIENTADA EN UNA ABADÍA MEDIEVAL
Sacra di San Michel |
El ambiente que se daba durante el Medievo en los monasterios, lo podemos apreciar en El Nombre de la Rosa, novela del escritor y filósofo italiano Umberto Eco.
El Nombre de la Rosa:
Umberto Eco transcribe “supuestamente”, un antiguo códice escrito por un abate del siglo XIV llamado Adso de Melk. En el manuscrito, se relatan las aventuras vividas por Adso en su juventud, cuando a mediados de 1327 ,y siendo ayudante del monje franciscano Fray Guillermo de Baskerville (alter ego del fraile franciscano y filósofo escolástico inglés Guillermo de Ockham), los dos son enviados a una abadía benedictina situada al norte de Italia para intentar resolver una serie de misteriosos homicidios, relacionados con una misteriosa biblioteca y un libro valioso y prohibido: el segundo libro de la Poética de Aristóteles dedicado a la comedia. El primer asesinato será un joven miniaturista; y el asesino, un viejo bibliotecario llamado Jorge, alma y memoria de la biblioteca.
La acción transcurre en seis días, divididos en los períodos correspondientes a las horas litúrgicas: Maitines, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas; y los capítulos se titulan a la antigua usanza: con un breve resumen de los acontecimientos que allí se relatan.
El Nombre De La Rosa, es una de las obras maestras de la literatura universal ya que mezcla elementos de novela negra y relato medieval, pero es a la vez una novela y una lección de semiótica. El esmero con el que el autor describe el contexto histórico medieval es uno de los valores añadidos a la obra. También es conmovedor el relato de las luchas internas que sufría la Iglesia Católica en esa época.
La figura de Guillermo de Baskerville (hombre virtuoso y un poco orgulloso, de refinada cultura y aguda inteligencia, ex inquisidor y ferviente admirador de Roger Bacon) no es más que la excusa del autor para desarrollar sus ideas sobre los signos, el lenguaje, la verdad, el conocimiento y la ciencia.
La novela se adaptó para cine seis años después de su publicación en 1980: fue dirigida por el francés Jean-Jacques Annaud y protagonizada por Sean Connery y Christian Slater.
CASTILLO
Castillo (del latín castellum, diminutivo de castrum) es el conjunto formado por un recinto amurallado que encierra un patio de armas, en torno del cual se sitúan una serie de dependencias y que dispone por lo menos de una torre habitable.
Antecedentes
En el Neolítico, la población ya construía castros y fortificaciones de barro en colinas para defenderse, que han sobrevivido al paso del tiempo junto con la evidencia del uso de empalizadas y fosos. Posteriormente, los castillos se fueron construyendo en piedra o en ladrillos de barro (adobe) en base a la disponibilidad de materiales o a las necesidades defensivas.
Los romanos encontraron enemigos que se defendían en colinas fortificadas que llamaron oppidum, las cuales eran primitivas pero efectivas puesto que requerían el uso de armas de asedio para superar sus defensas.
En un principio, los castrum (fortificaciones romanas) no eran más que simples obras provisionales levantadas sobre el terreno por los ejércitos en campaña; hasta que pasaron a ser construcciones permanentes en piedra como el Muro de Adriano en Inglaterra o los Limes en Alemania. Los fuertes romanos se construían con planta rectangular y torreones con esquinas redondeadas por tres razones: más eficiente uso de la piedra, una mejor defensa contra los arietes (al trabajar la muralla a compresión) y mejor campo de tiro. Estas ventajas no se redescubrieron en la Europa del norte hasta el siglo XIII, llevadas desde la España musulmana.
Los primeros castillos
Los primeros castillos medievales tienen su origen en la arquitectura militar de la Grecia clásica. En la Alta Edad Media, se utilizaba como cerco defensivo una mera empalizada de madera, pero la evolución del armamento y de las técnicas militares hicieron inservible este procedimiento. Más adelante, se confió en la solidez de las construcciones en piedra y en la altura de los muros que con este material podía alcanzarse.
Aunque los castillos proliferaron durante la Edad Media, el castillo no sólo cumplía funciones puramente defensivas, sino que servía también de residencia a los nobles y a los propios reyes, llegando con el tiempo a ser un auténtico palacio fortificado. Si bien podía estar enclavado en los núcleos urbanos, lo normal es que se situase en lugares estratégicos como en puntos elevados, próximos a un curso de agua para su abastecimiento desde donde se pudiera organizar la propia defensa y la de las poblaciones dependientes de él.
A partir del siglo XVI, con el ocaso del feudalismo y la consolidación de las monarquías absolutistas, la nobleza fue abandonando los castillos, a cambio de mansiones palaciegas en la corte. Por este motivo, y porque quedaron obsoletos en su función militar, los castillos perdieron todo interés y decayeron hasta la actual ruina de la mayor parte de todos ellos.
Arquitectura del castillo
Todo el castillo va cercado de una alta y gruesa muralla, generalmente transitable por el adarve (camino que la recorre en su parte superior) y la liza (camino entre la muralla del castillo y el edificio, situada en la parte inferior). De trecho en trecho, se construyen cubos o torreones que permiten diversificar los ángulos de tiro y defender mejor la muralla. Estas fortificaciones suelen estar rematadas por almenas para la protección de los defensores.
También era habitual disponer de matacanes, para mejorar las condiciones de tiro sobre los asaltantes. Desde esta especie de trampillas se lanzaban flechas, agua hirviendo, piedras o brea ardiendo. Los matacanes se situaban en las defensas superiores de la muralla, llamadas ladroneras, las cuales resguardaban a los defensores del fuego enemigo y dificultaban la toma del castillo.
Era común, que al pie de la muralla y rodeándola exteriormente hubiera un foso, para impedir la aproximación del enemigo. Este foso era salvado con puentes levadizos. En el lado más avanzado del foso, se encontraba una defensa adicional que protegía los puntos débiles, la cual se denomina barbacana o revellín.
Dejando de lado la muralla, el edificio más importante del castillo es la torre del homenaje. La torre del homenaje es la torre principal que sirve de residencia del señor y cumple con las funciones más destacadas del castillo, ya que alberga las estancias principales y, a veces, los almacenes de víveres. Se encuentra en la posición más protegida del recinto amurallado por los posibles ataques exteriores, de manera que si el resto de las defensas eran superadas, esta torre proporcionase un último refugio.
Generalmente es más alta que el resto del conjunto y sus dimensiones pueden ser de hasta 40 metros.
Como otros elementos destacables podemos citar el patio de armas; un espacio situado en el centro y semejante a los claustros monásticos, en torno al cual se distribuyen estancias como la capilla, la sala de recepciones, los cuarteles militares, la armería…
La entrada al castillo se produce a través del patio de armas y desde él se accede al resto de las dependencias como pasillos de acceso a las mazmorras o incluso a pasadizos secretos de escape, reservados al señor.
No menos importancia tenía el aljibe o pozo; un depósito para el almacenamiento del agua, generalmente construído bajo tierra.
Las situaciones y ambientes cortesanos en los castillos de La Edad Media se pueden percibir claramente en novelas históricas como Ivanhoe, del escritor romántico inglés Walter Scott.
IVANHOE: NOVELA AMBIENTADA EN CASTILLOS
La Edad Media fue una época exótica, según los escritores románticos del siglo XIX. El novelista inglés Walter Scott convierte en protagonista de su novela a un caballero (Ivanhoe);los caballeros vivían entre la guerra y el castillo.
Wilfredo de Ivanhoe es hijo de sir Cedric, un caudillo sajón, cuyo deseo es restaurar el trono de Inglaterra en la estirpe sajona. Cedric cree que logrará su objetivo casando a su pupila, lady Rowena con Athelstane, el último sajón de sangre real. Más no sabe aún que su hijo, mantiene unos amoríos con Lady Rowena. Cedric los descubre e Ivanhoe es desterrado por su propio padre.
En ese momento, Inglaterra está dominada por los normandos. El deseo general del pueblo es que Ricardo Corazón de León una para siempre a los normandos y sajones en un mismo reino. Pero esto se complica ya que el rey ha sido hecho prisionero por el archiduque de Austria, cuando volvía de las cruzadas.
El archiduque exige un costoso rescate por liberar al rey inglés. Además, la gran rivalidad entre los normandos y los sajones dificulta la unidad del país.
Tras regresar de la cruzada, Ivanhoe entra en un torneo de caballeros en el que oculta su verdadera identidad haciéndose llamar "Caballero Desheredado". Vence a todos sus oponentes, inclusive al templario Bois-Guilbert, quien promete vengarse del sajón. (Ivanhoe se hizo llamar "Caballero Desheredado" en referencia al destierro sufrido por orden de su padre ) Al recibir el premio del torneo, descubre a los presentes que es Ivanhoe pero es herido de gravedad, por lo que es puesto a los cuidados de la judía Rebeca, que se enamora perdidamente de él, pero Ivanhoe no le presta atención. A su vez, Rebeca es pretendida por el caballero rival, Bois-Guilbert.
Ivanhoe lleva su particular cruzada contra Juan Sin Tierra, pérfido hermano de Ricardo, que aprovecha la ausencia de su hermano para usurpar el trono y posponer su liberación. Por eso, el caballero sajón recibe la ayuda de Robin de Locksley, que más tarde se convertiría en Robin Hood.
Tras muchas peripecias, como la derrota de Juan Sin Tierra y el regreso secreto de Ricardo Corazón de León, Rebeca es acusada de brujería pero Ivanhoe logra salvarla. Al final Ivanhoe y lady Rowena contraen matrimonio bajo el auspicio del rey.
Bibliografía:
-wikipedia.org
-yahoo.com
-shvoong.com
-you tube
JAIME CRESPO BRIS
JAIME CRESPO BRIS