domingo, 22 de abril de 2012

Dostoievski. Crimen y castigo



 Esta entrada la actualizo, pero no tenéis que hacer el cuestionario final. Lo único que me interesa es que, si os apetece, leáis estos fragmentos de Crimen y castigo .
 Creo que debéis conocer al personaje de Raskolnikov; de paso comprenderéis por qué Dostoievski influyó tanto  en Nietzsche.

En otra entrada voy a copiar un fragmento de El idiota donde Dostoievski narra lo que sintió pocos minutos antes de ser condenado a muerte; pena que le fue conmutada por el zar en el último momento, cuando estaba ya ante el pelotón que lo iba a ejecutar. Y copiaré también el poema que dedicó Stefan Zweig a ese momento, en una de las catorce instantáneas de Momentos estelares de la humanidad .

 Lee los siguientes fragmentos de Crimen y Castigo y contesta brevemente a las preguntas que se plantean al final de los textos. Para que lo comprendas mejor, te adelanto que Raskolnikov es el protagonista de la novela.

1. Raskolnikov es un joven estudiante que vive casi en la miseria, en un cuartucho alquilado a una vieja usurera.

Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K...Había tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se hallaba bajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación ingrata de vago temor, que le humillaba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella.
No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la hipocondría. Se había habituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía todarelación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria había dejado de ser para él un sufrimiento. El joven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo.


2. Narración del asesinato.

Como Aliona Ivánovna se quedaba de pie en medio de la puerta sin dejar el paso libre, él dio un paso adelante. La anciana se apartó, asustada, quiso decir algo, mas pareció que no podía y se quedó mirando al joven con los ojos enormemente abiertos.—Buenas tardes, Aliona Ivánovna —comenzó él a decir con la mayor desenvoltura posible, pero la voz no le obedeció, se le quebró, temblorosa...—. Le traigo...un objeto...,pero será mejor entrar ahí, acercarse a la luz.Soltó la puerta y, sin esperar a que le invitaran a pasar, entró en la habitación. La vieja corrió tras él y recobró entonces el don de la palabra:—¡Señor! Pero ¿qué quiere?...¿Quién es usted? ¿Qué se le ofrece?—Perdone, Aliona Ivánovna..., soy un conocido suyo... Raskólnikov...Le traigo una prenda, que le prometí hace unos días... —y le tendió el objeto que llevaba preparado.La vieja echó un vistazo al paquetito, pero en seguida volvió a clavar la mirada en los ojos del inesperado visitante. Le miraba atenta, con ira y desconfianza. Transcurrió un minuto. Raskólnikov creyó distinguir en los ojos de la vieja una expresión sarcástica, como si lo hubiera adivinado todo. Tenía la sensación de que perdía la serenidad, de que el miedo se apoderaba de él, un miedo horrible, hasta el punto de que si ella continuaba mirándole de aquel modo, sin decir una palabra, un minuto más, huiría de allí corriendo.—Pero, ¿por qué me mira usted de ese modo, como si no me hubiese reconocido? —exclamó él, de pronto, con rabia—. Si lo requiere, tómelo; si no, lo llevaré a otro sitio. No tengo tiempo que perder.Ni siquiera había pensado decir aquello; estas palabras le salieron como por sí mismas. La vieja volvió en sí; por lo visto, el tono decidido del recién llegado le dio ánimos.—¿Por qué te pones de ese modo, señor? Así, sin más ni más... ¿Qué me traes? —preguntó mirando la prenda.—Una pitillera de plata. Ya le hablé de ella la última vez.La vieja tendió la mano.—¿Qué le pasa, que está usted tan pálido? ¿Le tiemblan las manos? ¿Viene del baño, acaso?—Son las fiebres —respondió Raskólnikov con voz cascada—. ¿Y quién no se pone pálido, si no tiene nada que comer? —añadió, articulando a duras penas las palabras.Otra vez las fuerzas le abandonaban. Mas la respuesta parecía verosímil. La vieja tomó la prenda.—¿Qué es esto? —preguntó, sopesándola con la mano y mirando otra vez fijamente a Raskólnikov.—Este objeto es... una pitillera... de plata... mírela.—No parece de plata. ¡Vaya modo de atarla!Para desatar el cordoncito, se volvió hacia una ventana, hacia la luz (tenía todas las ventanas cerradas, a pesar del calor asfixiante), y por unos segundos se apartó de el abrigo y descolgó el hacha del lazo, pero no lo sacó del todo; lo sostenía con la mano derecha debajo del abrigo. Tenía las manos enormemente débiles; se daba cuenta de que a cada momento se le entorpecían y se le cayera al suelo...De pronto le pareció que el vértigo se apoderaba de él.—¡Vaya lío que ha armado con esto! —exclamó la vieja, malhumorada, e hizo un movimiento como para dirigirse hacia él.No podía perder ni un solo instante más. Acabó de sacar el hacha, la levantó con ambas manos sin apenas darse cuenta de lo que hacía, y casi sin esforzarse, como quien dice maquinalmente. Lo dejó caer por la parte gruesa sobre la cabeza. Parecía que se había quedado sin fuerzas, mas no bien hubo dado un golpe, las recobró

3. Tras el asesinato:

De vez en cuando se daba cuenta de que casi deliraba, que se hallaba en un estado de nerviosismo febril.«¡Qué importa la vieja! —se decía a veces—. Admitamos que la vieja fue un error, no se trata de ella. La vieja no fue más que un obstáculo... Yo quería saltarlo lo antes posible... ¡No maté una criatura humana, sino un principio! ¡Maté el principio, pero no supe pasar por encima de él, quedé del otro lado!... ¡No he sabido más que matar! Y aun no llegué a realizarlo bien por lo que parece. ¿Un principio? ¿Por qué el imbécil de Razumikin atacaba hace poco a los socialistas? Son hombres laboriosos; se ocupan de la "felicidad común"... No, yo no tengo más que una vida; yo no quiero esperar "la felicidad universal". Quiero vivir para mí mismo; de otra manera es preferible no existir. No quiero pasar al lado de una madre hambrienta guardando mi rublo en el bolsillo con el pretexto de que algún día todo el mundo será feliz. "Yo aporto (dicen) mi piedra para el edificio de la felicidad universal y con eso basta para que mi conciencia esté tranquila". ¿Por qué, pues, me habéis olvidado? Puesto que sólo he de vivir cierto tiempo quiero mi parte de felicidad inmediatamente... ¡Soy un gusano estético y nada más!»



En la siguiente secuencia Rodia está hablando con su amigo Razumjin y el inspector de policía Porfirio sobre un artículo periodístico que acaba de publicar. Rodia ha hecho un "crimen perfeto" y el policía, aunque sabe que él es el asesino, no tiene pruebas para acusarlo. En esta conversación Raskolnikov defiende la más famosa tesis de la novela.

4
- ¿Cómo? ¿Derecho al crimen? ¿Y no porque el medio haya corrompido al criminal? - preguntó Razumjin.
- No, no, ni mucho menos - respondió Porfiri -. La cuestión estriba en que, según el artículo, parece que las personas se dividen en ordinarias y extraordinarias. Las primeras, precisamente por su condición de ordinarias, han de ser obedientes y dóciles y no tienen derecho a infringir las leyes. En cambio los hombres extraordinarios tienen derecho a realizar cualquier crimen y a infringir las leyes como les plazca, por el mero hecho de ser extraordinarios. Así es como lo expone usted en su artículo, si no me equivoco.
Raskolnikov volvió a sonreír sarcásticamente. En seguida comprendió hacia dónde querían empujarle; recordaba su artículo y decidió aceptar el reto.
- No es exactamente lo que dice mi artículo. La diferencia estriba en que yo no afirmo, ni mucho menos, que las personas extraordinarias deban siempre entregarse a toda clase de excesos. Me limité a indicar que el hombre extraordinario tiene derecho (entiéndase que no se trata de un derecho oficial) a decidir según su conciencia si debe salvar...ciertos obstáculos , únicamente en el caso exclusivo de que la ejecución de su idea (a veces puede resultar salvadora para la humanidad) lo exija.
- Dígame, por favor, ¿son muchos los hombres que tienen derecho a degollar a los demás, es decir, hay muchos hombres extraordinarios? Naturalmente yo estoy dispuesto a inclinarme ante ellos, pero no me negará usted que la carne se nos pondrá de gallina si son muchos, ¿no?
- ¡Oh, no se preocupe por eso! - prosiguió Raskolnikov en el mismo tono -. Nacen muy pocas personas con alguna idea nueva, incluso un poquitín capaces de decir algo más o menos nuevo.
- Pero bueno, ¿es que los dos estáis haciendo comedia? - Exclamó por fin Razumijín. ¿Hablas en serio, Rodia?. Amigo, si verdaderamente hablas en serio, entonces...Tienes razón, es cierto que esto no es nuevo, y se parece a lo que hemos leído y oído mil veces ; mas su parte original, en efecto, te pertenece sólo a ti. Lo que me horroriza es que, a pesar de todo, admites el derramamiento de sangre a conciencia y lo defiendes hasta con fanatismo, perdóname que te lo diga. A mi modo de ver. esa franquicia para derramar sangre según la propia conciencia es aún más espantosa que la autorización oficial, legal, de verterla.
- ¿Qué le importa a él la conciencia?
- Pues sí me importa, por humanitarismo.

                                                                          (Crimen y castigo: DOSTOIEVSKI)




1.- El realismo ruso tiene características propias, ya que se produjo en el contexto de la Rusia zarista. ¿Había burguesía como en Francia o Inglaterra? ¿Cómo era el sistema político-social?

2.- ¿Cuál era la profesión del padre de Dostoievski y qué le obligó a estudiar?

3.- En las grandes ciudades – San Petesburgo y Moscú – los estudiantes provocaron fuertes tensiones y protestas; había dos corrientes: los nihilistas y los eslavistas. ¿En qué se diferenciaban?

4.- ¿Por qué fue detenido y condenado a muerte el joven Dostoievski? ¿Cuándo le conmutaron la pena de muerte por años de reclusión en Siberia? ¿En qué novela suya se narra lo que sintió en esos momentos?

5.- Se cree que durante su estancia en Siberia leyó la Biblia y se “convirtió” a un misticismo eslavista. ¿Qué personaje de Crimen y Castigo representa la bondad, la compasión y el perdón que harán cambiar a Raskolnikov ?

6.- El espiritualismo es característico del Realismo ruso. ¿Qué novelista ruso vendió todas sus tierras y llegó a convertirse en un extraño santón, casi un profeta?

7.- Lee en tu libro de texto el argumento de Crimen y Castigo y contesta a las siguientes preguntas:
  • ¿Qué profesión tenía Raskolnikov?
  • ¿Quiénes formaban su familia? 
  • ¿Cuál era su situación económica?
  • ¿Por qué decidió matar a la vieja?
 Raskolnikov es un personaje hipocondríaco, de una gran inteligencia y de una sensibilidad casi enfermiza; tras el asesinato, los remordimientos y las dudas no lo dejan vivir y se angustia hasta sentir fiebre física. Copia frases de los fragmentos que lo demuestren .
  • ¿Con qué personaje de la literatura universal se le ha comparado?
  • ¿Cuál era la profesión de Sonia, con quién vivía y en qué condiciones?
  • ¿Quién era Marmeládov?
8- En la obra de Dostoievski los personajes femeninos representan la entrega y la compasión. Pon algún ejemplo.

9- Explica qué tipos de seres humanos distingue Raskolnikov para justificar su crimen. Dostoievski influyó  en Nietzsche: ¿por qué?