viernes, 5 de octubre de 2012

Donde quiera que ella estaba, estaba el Edén

Adán y Eva expulsados del paraíso. Marc Chagall
La frase que da título a esta entrada la escribió un famoso autor norteamericano; pertenece a un librillo muy divertido ( a pesar de ser algo  machista y estar lleno de tópicos), inspirado en la historia de Adán y Eva narrada en el Génesis.

No os digo ni el autor ni el título.¡Averiguadlo!. Eso sí copio un fragmento. Espero que os guste.


FRAGMENTO DEL DIARIO DE ADÁN


Lunes.- Este animal nuevo, de larga cabellera, está resultando muy entrometido. Siempre merodea a mi alrededor y me sigue adonde yo voy. Esto me desagrada; no estoy acostumbrado a tener compañía. Debería quedarse con los demás animales. El día está nuboso y sopla viento del Este; creo que tendremos lluvia. ¿Tendremos? ¿Nosotros? ¿De dónde he sacado yo esto de nosotros? Ya caigo. Así es como habla el animal nuevo.


Martes.- Estuve contemplando la catarata grande. Para mí, es lo mejor que hay en este lugar. El animal nuevo la llama Cataratas del Niágara. No entiendo el porqué. Dice que le da la impresión de ser las Cataratas del Niágara. Esto no es una razón, sino simple capricho y tontería. Yo ya no tengo oportunidad de poner nombre a ninguna cosa. Sin darme tiempo a protestar, el animal nuevo va poniendo nombre a cuanto se alza ante nosotros. Y siempre alega idéntica excusa, que da la impresión de que fuera eso.

Miércoles.- Me construí un refugio para defenderme de la lluvia, pero no hubo modo de que lo disfrutase yo solo y en paz. Se metió el animal nuevo y,  ante mis intentos de expulsarlo de allí, empezó a derramar agua por los agujeros que le sirven para mirar, y luego se los secó con el revés de sus garras, y dejó oír un ruido semejante al que hacen los demás animales cuando sufren. ¡Si no hablase! Porque siempre está hablando. Esto suena a menosprecio de este pobre animal, a difamación; pero mi intención no es ésa. Hasta ahora no había oído yo la voz humana, y cualquier sonido nuevo o extraño que rompe el silencio de estas ensoñadoras soledades me hiere el oído y me suena como una discordancia. Además, este sonido nuevo suena muy próximo a mí; encima de mi hombro, junto a mi oreja, tan pronto a un lado como al otro, y yo estoy acostumbrado únicamente a sonidos más o menos lejanos.


Viernes.- A pesar de todo cuanto yo hago, sigue poniendo nombres a las cosas de manera desatinada. Yo tenía pensado para este lugar un nombre muy apropiado, que suena bien y es bonito: Jardín del Edén. Para mis adentros sigo llamándolo así, pero no en público. El animal nuevo afirma que está compuesto de bosques, rocas y paisajes, y que por tanto no se parece a un jardín. Dice que da la impresión de un parque,  únicamente de un parque. Y por eso, sin consultar conmigo, le ha puesto nuevo nombre: Parque de las Cataratas del Niágara. Yo creo que esto es el colmo de la arbitrariedad. Y ha puesto un letrero: PROHIBIDO PISAR EL CÉSPED.

La felicidad de mi vida ya no es la que era.