martes, 27 de noviembre de 2012

El Avaro - Maite Guerra Prieto 2ºC Bach.

Maite Guerra Prieto – 2º C Bach.


                                                                EL AVARO



PLAUTO

   El más importante de los comediógrafos latinos es Tito Maccio Plauto (Sarsina, 254- Roma, 184 a.C.), que muy joven se trasladó a Roma, donde se entregó al teatro, empresa en la que se enriqueció. Sus obras revelan que aprendió bien la lengua griega y que adquirió una sólida cultura. Todas sus comedias son palliatas, esto es, de fuente y asunto griegos, pero nada más lejos de una servil imitación. Plauto, escritor originalísimo y buen conocedor del pueblo romano, echaba mano de otras obras que convenían a la intriga que iba desarrollando. A pesar de que sus temas están inspirados en la Comedia Nueva griega, supo dar a su teatro un tono inequívocamente nacional. Los argumentos de sus obras reproducen esquemas prototípicos con una gran eficacia cómica basada en el ingenio de los diálogos, la sal gruesa, la vivacidad de la acción y la riqueza verbal. El mundo griego en que se desarrollan sus comedias presenta una sociedad de clase media, viciosa, decadente y grotesca. Los personajes hablan como el pueblo romano de su tiempo, con una verborrea maravillosa, llena de color, de matices, de refranes, de juegos de palabras y de expresiones populares. Sus protagonistas estereotipo influirán notablemente en la commedia dell´arte. Entre las 21 obras que han llegado a nosotros, destacan Miles Gloriosus, Anfitrión, Las Báquides, Los Menecmos, Asinaria, Curculio, Mercator, Las tres monedas.

La Aulularia (o La olla), que inspirará El avaro de Molière , trata el tema de la avaricia,  zaherida de un modo divertido e ingenioso. Plauto es un autor que busca el contacto con los espectadores, por ello, la mayoría de sus obras se abren con un prólogo que presenta el tema y le permite ganarse al público, que en el caso de la Aulularia, es recitado por el Lar de la casa. En esta obra, la escena se desarrolla en Atenas, ante las casas del rico solterón Megadoro y del anciano Euclión, próximas al templo de la Buena Fe. Euclión, viejo avaro que no confía en nadie, ha encontrado enterrada en su casa una olla llena de oro, la ha escondido más y, desazonado y pálido, la vigila constantemente. Su hija, Fedria, ha sido seducida por el joven Licónides, aunque el rico solterón Megadoro aspira a casarse con ella sin dote, a lo que Euclión consiente. Temeroso éste de que se descubra la olla, la esconde fuera de su casa, pero Estróbilo, esclavo de Licónides, se da cuenta y se apodera de ella. Así, el joven Licónides, al devolvérsela al viejo avaro, consigue la mano de su hija Fedria.

   Es vano buscar en las comedias de Plauto en que se describen defectos, vicios y costumbres depravadas un intento moralizador directo. Su principal objetivo es tratar de divertir a un pueblo que durante ese tiempo pasaba por una crisis política y social. Euclión representa la avaricia, característica que es engrandecida para convertirla cómica, en cuanto el personaje asume los trazos de pura y total locura, llevándole, los celos que siente por su olla, a desconfiar de todo el mundo. El autor pone en escena seres despreciables y poco recomendables no con la finalidad de que, al exagerarlos grotescamente, el público sienta aversión por sus tachas y defectos, sino porque tales personajes son aptos para divertir a sus oyentes, aunque, claro está esto supone una cierta crítica negativa, dándose la intención ética por sí sola.




MOLIÈRE

   Con este pseudónimo se conoce al comediógrafo y actor francés Jean-Baptiste Poquelin (París, 1622-1673). Su temprana vocación teatral le llevó a enrolarse en una compañía de cómicos, llamada L´llustre Théâtre, con la que recorrió el sur de Francia durante doce años. En 1659, se instaló en París donde estrenó con gran éxito Las preciosas ridículas. Manejó magistralmente los recursos de la comicidad, asimilados de las farsas francesa e italiana. Gran observador y excepcional creador de personajes, su obra constituye un vívido retrato de la sociedad de su época, de sus costumbres y de sus vicios. Escribió obras en las que se atisban influencias de la comedia de enredo o de capa y espada como Don García de Navarra (1661) y la Escuela de los maridos (1661). Ese mismo año inauguró el género de la comedia-ballet con Los importunos. La representación de La escuela de las mujeres (1662) provocó un gran escándalo, por lo que sus dos obras siguientes, Crítica de la escuela de las mujeres (1663) y La improvisación de Versalles (1663), serían una respuesta a sus enemigos. En la década de los sesenta, Moliére escribe y estrena las que se consideran sus obras más importantes: Tartufo, Don Juan o el convidado de piedra, El misántropo, El médico a palos...

 El avaro, comedia en cinco actos escrita en prosa, fue estrenada en 1668, e inspirada en la Aulularia de Plauto. La obra narra la historia de Harpagón, un rico burgués obsesionado por el dinero, que tiene dos hijos Cleante y Elisa. En la casa, disimulado como mayordomo, está Valerio, joven enamorado de Elisa. Por su parte, Cleante quiere a Mariana, una muchacha empobrecida que vive en la vecindad. Pero Harpagón quiere casar a su hija con un viejo rico, Anselmo, y a su hijo con una viuda rica, queriendo para él a la joven Mariana. Al saber tales proyectos, Cleante trata de obtener un préstamo que le haga independiente y así poder casarse con quien desea, pero el usurero resulta ser el propio Harpagón. Éste alarmado por tal hallazgo, siente temor por una caja con diez mil escudos que ha enterrado en su jardín. El momento culminante de la acción tiene lugar cuando el protagonista invita a comer a Mariana y su madre, dividido entre su avaricia y el deseo de quedar bien en el convite. Entonces, Cleante le revela que ama a la joven y que no quiere renunciar a ella. A la vez le dicen que su caja ha sido robada, y cuando él sospecha del mayordomo, éste le cuenta que su hija y él se han prometido en matrimonio. La solución la da el viejo Anselmo porque al hablar, se descubre que es el padre de Mariana y Valerio, quienes tampoco se conocían entre sí. Al final todo se arregla, la caja reaparece, y cada cual se casa con quien debe, quedando solo Harpagón a quien consuela el ahorro que le permite el viejo Anselmo, al asumir los gastos de las bodas.

   Molière utiliza de manera magistral en su obra las situaciones cómicas y eleva a la categoría de arquetipo la figura del protagonista. El autor se recrea en la plasmación de la degeneración de costumbres, característica de la época y en la descripción de vicios, como la avaricia, simbolizada en Harpagón. Tras este afán se esconde la declarada vocación iconoclasta del autor, contrario a las convenciones sociales y a los valores tradicionales, en esencia falsos, que dominaban en su tiempo. Harpagón, heredero del viejo Euclión de la comedia plautina, es un personaje que sólo busca la felicidad en los bienes materiales. Ambos protagonistas se centran en poseer y admirar sus riquezas. Saben que están ahí, llenas de potencialidades de disfrute y admirar todas las posibilidades infinitas de su oro supone una fuente de placer y de seguridad. Su oro es un valor en sí mismo, un poder que los eleva sobre el resto de los mortales. Las consecuencias de la avaricia se pueden observar tanto en la Aulularia como en El avaro. Ahondando en los comportamientos y en el carácter mezquino que tienen Euclión y Harpagón, y cuyas actitudes conllevan una mezcla de comicidad y tragedia, se muestra cómo la avaricia puede llevar al hombre a aislarse y dejarlo todo por un solo objetivo: la riqueza.






BIBLIOGRAFÍA

- Bayet, Jean (1985). Literatura latina. Barcelona: Editorial Ariel.

- Martín de Riquer y Valverde, J. M. (1984). Historia de la Literatura Universal. Edad de la Razón y Prerromanticismo. Barcelona: Editorial Planeta.