Este es el comienzo de la Eneida. Libro I
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Eneas huyendo de Troya. Giralomo Genga |
Yo que en la tenue flauta campesina toqué de joven, y dejando luego las selvas, obligué a los vecinos campos a que obedeciesen al ávido labriego, ahora canto las terribles armas de Marte y el varón que, huyendo de las riberas de Troya por el rigor del Hado, pisó el primero Italia y las costas Lavinias. Largo tiempo anduvo errante por tierra y por mar,arrastrado a impulso de los dioses, por el furor de la rencorosa Juno. Mucho padeció en la guerra antes de que lograse edificar la gran ciudad y llevar a sus dioses al Lacio, de donde vienen el linaje latino y los senadores Albanos, y las murallas de la soberbia Roma.
Musa, recuérdame por qué causas, dime qué decreto de su divina voluntad violado tanto dolió a la reina de los dioses que impulsó a un varón insigne por su piedad a arrostrar tantas aventuras, a pasar tantos afanes. ¡Tan grande ira cabe en celestiales pechos!
A continuación tenéis varios fragmentos del Libro IV, especie de mini-tragedia que cuenta los amores de Dido y Eneas.
Al terminar de escuchar el relato de Eneas, la reina Dido ya se siente fatamente enamorada. Se avergüenza de ello, porque era una viuda fiel a su antiguo amor
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Dido recibe a Eneas. Francesco Solimena |
En tanto la Reina, presa hacía tiempo de grave cuidado, abriga en sus venas la herida del amor y se consume en oculto fuego. Continuamente revuelve en su ánimo el alto valor del héroe y lo ilustre de su linaje; clavadas lleva en el pecho su imagen, sus palabras, y no consigue, con tan honda inquietud, dar a sus miembros apacible sueño. (…)Ya la siguiente aurora iluminaba la tierra y había ahuyentado del polo las húmedas sombras, cuando la delirante Dido habló en estos términos a su hermana, que no tiene con ella más que un alma y una voluntad: "Ana, hermana mía, ¿qué desvelos son estos, que me suspenden y aterran? ¿Quién es este nuevo huésped que ha entrado en nuestra morada? ¡Qué gallarda presencia la suya! ¡Cuán valiente, cuán generoso y esforzado! Creo en verdad, y no es vana ilusión, que es del linaje de los dioses.
El piadoso Eneas estaba contentísimo en Cartago y enamoradísimo de la reina. Pero tenía una misión que cumplir, y Mercurio tiene que ir a recordársela. Siempre dispuesto a obedecer el deseo de Júpiter, que le había repetido por activa y por pasiva que debía llegar a Italia, donde sería fundador de un nuevo reino, Eneas decide abandonar a Dido.Se siente muy triste y apenado, pero prepara sus naves y se dispone a partir " a escondidas".
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Dido y Eneas. Mural en Pompeya |
Empero la Reina (¿quién podría engañar a una amante?) presintió la trama y supo la primera los movimientos que se preparaban. La misma impía Fama fue quien llevó a la enamorada Dido la nueva de que se estaba armando la escuadra y disponiéndose la partida. Ciega, febril, como bacante enloquecida , recorre la ciudad…Encuentra , en fin, a Eneas y le interpela en estos términos: "¿Esperabas, pérfido, poder ocultarme tan negra maldad y salir furtivamente de mis tierras? Y ¿no te contiene mi amor, ni esta diestra, que te di en otro tiempo, ni la muerte cruel que espera a Dido?”
Vete, no te detengo, ni quiero refutar tus palabras; ve, ve a buscar la Italia en alas de los vientos; ve a buscar un reino cruzando las olas. Yo espero, si algo pueden los piadosos númenes, confío que entre escollos te atormenten, donde llames a Dido en tu agonía. Ausente yo, te seguiré con negros fuegos, y cuando la fría muerte haya desprendido el alma de mis miembros, sombra terrible, me verás siempre a tu lado. Expiarás tu crimen, traidor; yo lo oiré y la fama de tu suplicio llegará hasta mí en el profundo reino de la sombra." Dicho esto, se interrumpe sin aguardar respuesta, y llena de dolor, se oculta a la luz del día y huye de los ojos de Eneas.
Y mientras Eneas duerme plácidamente en la alta popa del barco que lo llevará a las costas del Lacio, soñando con Mercurio, la desvelada y enloquecida Dido se suicida.
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La muerte de Dido. Joshua Reynolds |
Entre tanto Dido, trémula y arrebatada por su horrible proyecto, revolviendo los sangrientos ojos y jaspeadas las temblorosas mejillas, cubierta ya de mortal palidez, se precipita al interior de su palacio, sube furiosa a lo alto de la pira y desenvaina la espada de Eneas, prenda no destinada ¡ay! a aquel fatal intento. Allí, contemplando las vestiduras troyanas y el conocido tálamo, después de dar algunos momentos al llanto y sus recuerdos, reclinóse en el lecho y prorrumpió en estos postreros acentos: "¡Oh dulces prendas, mientras lo consentían los hados y un dios, recibid esta alma y libertadme de estos crudos afanes!
Dido y Eneas volverán a verse. Como todo héroe que se precie, Eneas irá al reino de los muertos. Es allí donde su padre vuelve a repetirle su misión divina ( que él acepta con estoicismo: por algo es "el piadoso" Eneas) y le anticipa su glorioso futuro en Italia. Y es allí donde Eneas ve pasar a la hermosa Dido y llora pidiéndole perdón. repitiendo que la ama, pero ella no lo ve, no le responde...y se aleja como una sombra.
http://www.youtube.com/watch?v=4CwO23xUsRQ&feature=related